Por el redactor del diario La Capital de Mar del Plata en su Facebook: Marcelo Solari
Acaso involuntario, pero Raúl Ramírez fue maestro de varios de nosotros. En el diario y en las radios. Maestro con su ejemplo, con su conocimiento, con su memoria prodigiosa, con su registro mental casi computarizado de los grandes protagonistas y los grandes eventos del deporte, fundamentalmente marplatense y argentino.
Tuve la fortuna de compartir algunos años en la redacción de LA CAPITAL trabajando junto a él. Tenía “chapa” suficiente como para alardear o para “mandonear” a los nuevitos. Jamás lo hizo. Nunca lo necesitó. Aún después de muchos años de jubilarse, era fuente de consulta permanente por un montón de cuestiones. Y siempre estaba predispuesto a ayudar con algún dato o, directamente, ponerse a escribir para allanarnos el camino. Es cierto que se resistió a amigarse con las computadoras. Se mantuvo fiel a las teclas duras de las Olivetti/Remington y los “originales” de papel que se usaron durante tanto tiempo
Durante nuestra convivencia en la redacción y durante todos los años que siguieron a su retiro, hasta este 2019, nos llamaba a todos y cada uno -al teléfono fijo- por nuestros respectivos cumpleaños. Y recordaba exactamente cuántos años cumplíamos cada uno. Para nosotros, más allá de los más o menos frecuentes contactos por alguna Efemérides, era casi un pecado olvidarse de cada 3 de marzo para retribuir la cortesía de ese llamado “cumpleañero”.
Vinculado por décadas al boxeo (escribió y relató los mejores acontecimientos del deporte de los puños en todo el país), les puedo asegurar que sus relatos de fútbol son de los mejores que escuché. Un verdadero adelantado a su época. Con un ritmo y un vocabulario maravillosos. Un enorme privilegio haberlo conocido y poder haber trabajado con él. No solo por su calidad profesional, sino, por sobre todas las cosas, por una calidad humana excepcional. Abrazo al cielo, Raúl! Se lo va a extrañar por aquí!