Con gol de Ortigoza de penal en el primer tiempo, San Lorenzo de Almagro venció a Nacional de Paraguay por la mínima diferencia, y se consdagró ´por primera vez en su historia, campeón de la Copa Libertadores de América, ante una multitud que desbordó las instalaciones del Pedro Bidegain.
El partido fue de muy bajo nivel técnico, en el que los

campeones no la pasaron muy bien, aunque ambos carecieron de profundidad, y lo que imoperó fue el nerviosismo.
Una mano infantil del defensor paraguayo Ramón Coronel derivó en el penal que definió el juego.
El diario de cuyo publicó que Sufrió como siempre, pero esta vez festejó como nunca. Después de 90 minutos terribles para jugadores e hinchas, San Lorenzo de Almagro se llevó su primera Copa Libertadores de América tras vencer a Nacional de Paraguay por 1-0, después de haber igualado 1-1 hace una semana en Asunción.

Néstor Ortigoza, capitalizando un penal a los 35 minutos de la primera parte, marcó el gol más importante de los 106 años de historia del club de Boedo, cuyos futbolistas sintieron miedo escénico en el Bajo Flores, pero capitalizaron la oportunidad que se les presentó y terminaron con el karma de ser el único equipo ‘grande‘ de la Argentina que no había obtenido el certamen continental.

Tanto en el ‘gigante‘ del Bajo Flores como en Boedo, miles de simpatizantes que esperaron por años este lauro, desataron su emoción cuando el brasileño Sandro Ricci decretó el final. Atrás habían quedado muchas frustraciones y los festejos prometían extenderse hasta altas horas de la madrugada del jueves.

Los jugadores azulgranas sintieron la presión en gran parte de la primera mitad y por eso el encuentro en poco se pareció al realizado siete días atrás en Asunción. Desde el minuto inicial, los paraguayos asfixiaron al fondo local que se mostró impreciso y con muchas dudas. Como asustado.

Rápidamente, los visitantes se dieron cuenta y, cuando pocos lo esperaban, se lanzaron al ataque. Casi tienen su premio al minuto y medio cuando Derlis Orué estrelló su disparo en el poste izquierdo del arco defendido por Sebastián Torrico. Leandro Romagnoli no podía hacerse dueño de la pelota en el medio del terreno, más poblado por Nacional que ganaba en el sector y atacaba con pocos hombres pero comprometía a una defensa que no se estuvo sólida como otras noches.

Un disparo de media distancia de Silvio Torales sobre los 17 hizo enmudecer al Nuevo Gasómetro, que resucitó cuando la pelota se fue apenas desviada

Y a los 28 volvió el silencio cuando un empujón con el brazo izquierdo de Santiago Gentiletti a un delantero paraguayo dentro del área dejó flotando la sensación de un penal. Ignacio Don era un mero espectador, hasta que a los 35, tras una serie de rebotes, la pelota le quedó a Martín Cauteruccio en el flanco izquierdo del área y el delantero uruguayo sacó un remate sin destino cierto que en su camino encontró la mano de Ramón Coronel.

Un penal muy tonto que Ortigoza transformó en gol para darle un poco de tranquilidad a San Lorenzo. Sí, sólo un poco, porque ni siquiera en ventaja el Ciclón pudo hacerse dueño del juego en esa primera mitad de la que se despidió en ventaja injustamente.

El descanso les vino bien a los conducidos por Edgardo Bauza, que se tranquilizaron y nivelaron el trámite. Levantó mucho Juan Mercier, un poco Ortigoza y sobre todo el ‘Pipi‘ Romagnoli. Entonces, San Lorenzo niveló el medio y comenzó a tener más la pelota frente a un rival que intentó alcanzar el empate pero no con la actitud de un equipo que quiere ser campeón.

El elenco paraguayo buscó por la ruta de los centros y en algún momento generó temor en el área azulgrana. Como a los 37 cuando Fredy Bareiro capturó un rebote y estaba listo para fusilar a Torrico. Pero apareció en escena Gentiletti, quien desvió el disparo y lo envió al córner.

Sufrió San Lorenzo, sufrió su gente hasta el final. Los fantasmas de viejas noches negras sobrevolaron el Bajo Flores, pero esta vez no se hicieron presentes. Aguantó el Ciclón y festejó como nunca. El sueño americano se hizo realidad.

La mirada del diario La Nación de Paraguay, marca el recnocimiento a la entrega del finalista guaraní: La Academia no trajo la Copa al país, pero sí dejó impregnado su nombre entre los grandes equipos del continente que disputaron la codiciada final del certamen. Nacional defendió a lo grande el prestigio del fútbol paraguayo, en un estadio repleto de argentinos.

Mérito de su joven entrenador, Gustavo Morínigo y de un plantel de jugadores, quienes con trabajo y sacrificio, hicieron todo lo posible de alcanzar la meta, ganar la Copa Libertadores de América, que solo el Olimpia, entre los equipos paraguayos ganó en tres oportunidades.

Nacional arañó la hazaña, estuvo cerca. Tal vez, el no haber ganado en Asunción en el partido de ida, le privó de obtener un mejor resultado en el Nuevo Gasómetro, donde fue mejor en el partido que su rival, que al final con un poco más de fortuna alcanzó la victoria.

Gracias Nacional, que puso de pie a todo país, que lo apoyó decididamente en su aventura continental. Mereció mejor suerte por lo realizado ante San Lorenzo, por eso, la afición no puede reprochar al tricolor, que honró al gran Arsenio Erico, que tiempo atrás brilló en el Independiente de la Argentina. Gracias al Nacional querido.