Le ganó a Guaros 64-61 en una final muy física y emotiva, que se resolvió más por coraje que por juego.
Con una intensidad típica de una final y un juego físico áspero (sobre todo por parte de Guaros), de entrada quedó claro que el local tendría que poner un esfuerzo extra con el cuerpo para equiparar la agresividad de los venezolanos, principalmente en la pelea por el rebote y el cuidado de su propio tablero. Mientras Tucker y Vildoza desequilbraron ofensivamente, la diferencia en contra de los rebotes no se notó y San Lorenzo sacó una máxima de 7 (15-8), pero la sobrecarga en los tiros y la puntería de larga distancia le permitió a Guaros poner un 10-0 que lo llevó a liderar el juego. Si no tuvo más diferencia fue porque perdió 6 pelotas, que le impidieron tomar más lanzamientos. Colmenares, como siempre. haciendo un poco de todo, era la principal figura de la visita.
Los problemas de San Lorenzo eran centralmente dos: el rebote y no pasarse mucho el balón. Si bien Tucker estaba lúcido ofensivamente, el balón circulaba poco y eso generaba demasiados uno contra uno, que si prosperaban, con penetraciones, terminaban encontrándose con un Justin Williams que complicaba cualquier tiro. Encima, en el arranque del segundo cuarto, San Lorenzo perdió varios balonces seguidos, algunos en primera línea, que terminaron con puntos fáciles de Guaros, que sumó más juego todavía con el ingreso de Green. El ingreso de Penka Aguirre, ausente en la semi, no modificó nada. La combinación era fatal y por eso la visita metió un parcial de 14-0 y sacó 13 (30-43), jugando básquet de alto nivel, con defensa dura, usando las faltas, y obligando a su rival a tomar normalmente tiros externos sin efectividad. San Lorenzo entró en estado de ansiedad extrema, se apuró, tiró mal y todo eso lo usufructuó Guaros, que se fue al descanso largo con una ventaja impensada: 33-43.
Viéndose superado, a San Lorenzo no le quedaba otra que subir un peldaño la batalla física. Atrás y adelante. El tema del rebote lo había mejorado con más actitud, pero tenía que cambiar la dinámica emocional del partido. Con Vildoza de nuevo en cancha y una notoria mejoría en la agresividad defensiva, más un parcial clave de 5-0 de arranque, el local se puso en juego, lo que no era poco tras la desventaja máxima de 13. Sin embargo, en el momento de dar la estocada para pasar al frente (estaba 44-45), se encontró con la dureza mental de Guaros, acostumbrado a estos partidos, con parecidos argumentos que en la primera mitad: Colmenares como rueda de auxilio (Williams estaba afuera con 3 faltas), Green clarificando en ataque y Gregory Vargas dándole agresividad en el perímetro. Como en el final del segundo cuarto, una bomba de Tucker dejó una sensación diferente a la del resultado, porque Guaros se fue a los 10 minutos finales 3 arriba (53-56), pero con la euforia del lado local.
Ese cierre del tercero le dio el envión que necesitaba San Lorenzo para el final, dentro de un trámite cada vez peor jugado y con más errores, producto del nerviosismo unánime de los protagonistas. La diferencia, en el momento decisivo, la sacó con local con una defensa durísima, aprovechando todo lo que el juego daba. Supo adaptarse a eso, tuvo un extra con el carácter de Calfani y Mata (una bestia en los rebotes), la capacidad atlética de Anthony atrás y el talento ofensivo de Tucker. Igual, sufrió hasta el último instante. Porque se puso 64-61 con un doble más falta de Vildoza, falló el libre, tomó el rebote ofensivo, erró el tiro y Guillent tuvo el triple para empatar. Pero pegó en el aro, salió, y San Lorenzo pudo gritar ya sin ataduras. ¡Bicampeón de América!
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Foto: fiba.com