El blog de muyriver que dirige el periodista Hernàn Castillo que cumple funciones en TN y en la Rock and Pop, publicó el siguiente artículo, a propósito del operativo del domingo :
El empate ante Aldosivi quedó en segundo plano. Los simpatizantes Millonarios se comunicaron con MuyRiver para contar su experiencia en el José María Minella. Desde golpes recibidos por la policía a rotura de entradas originales. La desorganización ganó en Mar del Plata y los perjudicados fueron los visitantes.

Damián Bertoncello (@damibertoncello) fue uno de los miles que viajaron de Capital Federal a la ciudad balnearia. Y, vía mail, contó su calvario en el que, entre otras cosas, su esposa Valeria ( @valunoel) casi se desmaya.

Las puertas supuestamente abrían a las
16. Nosotros llegamos tipo 16.30 y ya había aproximadamente cuatro cuadras de cola, con un ancho de seis personas.

Con Vale pensamos que debía ser la popular y nos fuimos adelante a preguntar. Al acercarnos a los policías con escudo, ya nos miran mal, le pregunté de buena manera y cambia la cosa, pero igual fue una mala noticia, ‘todos a la misma cola, adentro se divide, dijeron.

Volvimos al final de la fila, ya tenía una cuadra más. Mientras nosotros, como tantos giles, hacíamos la fila, cientos pasaban por el costado sin que ningún policía diga nada. Claro, que van a decir si estaban sólo al principio de la cola y no controlaban nada. Era indignante ver borrachos y falopeados pasar diciendo ‘naa gato esa cola no la hago ni en pedo’.

De repente viene la policía (ya 7 cuadras de cola, a las 17 más o menos). Todos contentos. “Van a poner orden” pensabamos. ¡Nada que ver! Venían escoltando cuatro micros de la barra que pasaron el único control que había. Mientras, tras el micro y por la otra vereda, más colados.

17.30 o un poco más, otro micro, con lo jugadores (…) más quilombo, los colados se empezaron a meter por el medio y la cola que empezó con 6 personas de ancho pasó a tener 10 a las 17. En media hora llegó a 20.

A las 18 llegamos al control policial . Ya el ancho de la fila era toda la calle. Supuestamente ahí de pasar ese cordón nos separaban, según ubicación. Nada que ver, otro cordón más (después del cual estaban estacionados los micros de la barra que entró cómoda y feliz). Luego de eso nos miraron las entradas y seguimos… y ahora… ¿nos separan? ¡No! otra vez todos juntos a subir una rampa… todos apretados… y ahí arriba, recién ahí, el cacheo .Después a correr a buscar el sector de cada uno, y por ejemplo en nuestro caso, ir a nuestras platea a ver el partido parado junto al alambrado que separaba el palco de la platea descubierta.

Este caso particular ilustra el de las 20 mil almas que ocuparon la tribuna visitante, a la que debieron acceder y abandonar por un sólo portón.

En su blog, Nicolás Merea Vega contó su experiencia. ” (…) las consecuencias de estos empujones las recibíamos los hinchas que nos encontrábamos adelante de todo y la policía nos empujaba con los escudos hacía atrás y revoleaba garrotazos. Ahí es cuando recibí el golpe en la cabeza por parte de un policía”, relató.