Acaso la respuesta a la puesta en escena en la conferencia de prensa de la AFIP, la podamos encontrar en este artículo del respetado Gustavo Veiga, publicado en Página 12 de este sábado 29/10 bajo el título:
Macri sueña con el bastón de mando en la AFA
A fines de los 90 no tuvo suerte con su propuesta de introducir las sociedades anónimas en el manejo de los clubes. Ahora avanza contra un régimen contributivo que avaló en su momento.
La denuncia de la AFIP contra el fútbol en general y algunos de sus clubes en particular equivalió a patear un hormiguero. Los dirigentes señalados por evasión no están sospechados desde ayer, ni siquiera hace un par de años. Varios de los imputados en la Justicia penal ya no ocupan cargos en la AFA o se alejaron de sus instituciones y los que permanecen, como Víctor Blanco al frente de Racing, no son protagonistas estelares en el partido clave por el control de los recursos millonarios que genera la actividad. Esa disputa decisiva se desarrolla en todos los frentes desde que Mauricio Macri llegó a la presidencia de la Nación. No se sabe cómo terminará, pero sí cuando empezó: el 20 de julio de 1999.
Ese día, en el predio de la AFA en Ezeiza, el hombre que utilizó a Boca como tubo de ensayo para llegar a la política, perdió una votación histórica. La posibilidad de sufrir un resultado adverso (fue 39 a 1) no lo intimidó cuando propuso mocionar la aprobación de las sociedades anónimas para el fútbol. Macri, quien ejercía la presidencia del club, también era vice 2° de Julio Grondona en la AFA. A ese cargo renunciaría el 8 de febrero de 2000 cuando tomó conciencia de que su proyecto de bienvenida a las SAD (Sociedades Anónimas Deportivas, tal como se las define en España) no prosperaría.
Diecisiete años después, se ubica dos escalones más arriba en la confrontación. Las condiciones cambiaron notablemente. Ya no es presidente de Boca ni jefe de Gobierno porteño. Pero se entromete en el fútbol como si tuviera su despacho en la Bombonera y no en la Casa Rosada. La denuncia pública de la AFIP es una de las maneras. En ese caso no es original ni el primero. Ya lo decía Dante Panzeri en la década del 70: “El fútbol es el único moroso impune ante el Estado”. Hay evasión de todos los colores. A juzgar por los hechos que denunció el titular de la AFIP, Alberto Abad, el recordado periodista se quedó corto. Entre los sectores que definió como críticos están los juegos de azar y el deporte más popular de los argentinos. Las dos actividades en que se desempeña el actual presidente de Boca, Daniel Angelici.
Abad declaró que “el sistema del fútbol es peligroso para la seguridad social de Argentina”. Se apoyó para decirlo en las consecuencias del decreto 1212 del 19 de mayo de 2003 que firmó el ex presidente Eduardo Duhalde, seis días antes de abandonar el gobierno. El funcionario habló del desfinanciamiento de la seguridad social que en el fútbol se lo atribuyó en un alto porcentaje (67,04) a la AFA y diez clubes. Ese régimen establece que el fútbol paga una alícuota del 7 por ciento que, comparada con otros contribuyentes, es bastante menor (31).
El anuncio de aquel decreto al que contribuyó en buena medida Sergio Massa cuando estaba al frente de la Anses, fue festejado con un asado en la Quinta de Olivos. Grondona les agradeció al actual líder del Frente Renovador, a la ex ministra de Trabajo Graciela Camaño y al propio Duhalde en un discurso posterior. El viejo presidente de la AFA no ocultaba su alegría: “Este régimen interpreta legítimamente los intereses del Estado, en cuanto garantiza el cobro de aportes y contribuciones a la seguridad social, y a todos los clubes que en razón de esta nueva modalidad de aportes, podrán cumplir con sus obligaciones, sin gravosas consecuencias para sus economías” (extraído de la memoria y balance de la AFA del período 2002-2003).
Macri todavía era presidente de Boca. En ese momento estaba más preocupado por su debut electoral. En septiembre perdería la segunda vuelta por la jefatura de gobierno porteña contra Aníbal Ibarra. Nunca se conoció su queja sobre el decreto de Duhalde. Tampoco la de los demás dirigentes embelesados con el plan de salvataje por una deuda que se estimaba en 150 millones de pesos. Según la AFIP, entre 2003 y 2015 los clubes deberían haber pagado 962.724.695 pesos en impuestos y en 2016 la suma asciende a 384.020.399 pesos. En total, el fisco les reclama ahora 1.346.745.094 pesos.
En el ranking de deudores está primera la AFA. River ocupa el segundo lugar. Su presidente Rodolfo D’Onofrio desmintió a la AFIP la morosidad que le atribuye: “Somos el club argentino que siempre cumplió y el único de los grandes que nunca entró en una moratoria”. Curioso caso el de la institución de Núñez. Abad estaba acompañado en su denuncia por el secretario general de la Presidencia, Fernando De Andreis, quien amagó presentarse como candidato a las elecciones de River en 2013 y es miembro de su asamblea de representantes.
También ocupan cargos en la comisión directiva Guillermo Cascio, secretario general del club y ex gerente general del Banco Ciudad (también fue presidente de IBM en Argentina), Eugenio Burzaco, vocal titular y actual secretario de Seguridad de la nación y Agustín Forchieri, asambleísta y legislador porteño, entre otros integrantes del elenco gobernante.
La dirigencia del fútbol por ahora tiene hijos y entenados. Las causas penales impulsadas por la AFIP alcanzan a Luis Segura, Miguel Silva y Eduardo Spinosa por la AFA, los actuales presidentes de Racing, Gimnasia y Olimpo, Víctor Blanco, Daniel Onofri y Alfredo Dagna, respectivamente, más los ex presidentes de Independiente, Javier Cantero; de San Lorenzo, Rafael Savino; de Estudiantes, Enrique Lombardi, y de Colón, Germán Lerche.
El dirigente de un importante club del Ascenso, lejos de estar entre los afectados, le dijo anoche en tono irónico a este cronista: “Pensé que en la denuncia de evasión millonaria iban a tratar el caso de Deportivo Maldonado de Uruguay y el rol de Gustavo Arribas, el director de la Agencia Federal de Inteligencia”. Con el hormiguero pateado es muy posible que aparezcan muchos más nombres en la superficie.