bajo el título de “Miedos y Súper héroes)  Amaya Valdemoro, escribió la siguiente columna con información y reflexión en el País de España;

Hay muy pocos deportistas que consiguen cambiar la historia de su deporte. Idolatrados, envidiados, se convierten en leyenda y en modelos a seguir. Los Juegos Olímpicos son una cita perfecta para descubrir sus historias de superación y hay una en particular que me ha atrapado y me ha hecho reflexionar. Es la historia de Michael Phelps. Un hombre mundialmente admirado, que lo ha conseguido todo en su deporte y que, sin embargo, ha llegado a pensar en el suicidio porque sentía que se ahogaba dentro y, sobre todo, fuera de la piscina.

En seis meses, después de su gesta en Londres y de decidir que su tiempo en activo se terminaba, Phelps vio cómo su cuerpo cambiaba. Engordó 13 kilos y perdió el control de su vida hasta llegar a ser detenido por conducir ebrio.

 

La historia de superación de Michael Phelps, un hombre mundialmente admirado, me ha atrapado y me ha hecho reflexionar

El deportista de élite tiene su vida cuadriculada desde pequeño entre entrenamientos y competiciones. Se prepara a conciencia dejando muchas veces de lado su juventud y a su familia, siguiendo regímenes muy estrictos. Todo muy planificado y perfectamente estructurado… todo hasta el momento de decir se acabó. A partir de ahí, en muchos casos, el vacío. Para la retirada no te preparan y no hay que hacer demasiada memoria para acordarse de muchos juguetes rotos. Ese fue el caso de Phelps, que en primera persona reconoce que llegó al límite. Pudo reconducir su vida con la ayuda de amigos, yendo a un centro de rehabilitación en Arizona llamado The Meadows, y con la ayuda de un libro (The Purpose Driven Life — What On Earth Am I Here For? Lo que traducido viene a ser Una vida con propósito. ¿Para qué estoy aquí en la tierra?).

Impacta conocer de boca de un superhombre, del deportista olímpico más condecorado de todos los tiempos, que en aquel 2012 por primera vez en su vida tuvo miedo porque se vio fuera de su zona de confort. Tuvo que enfrentarse al pánico que acumuló durante años en esa mochila que le hundía. Ha tenido que soltar lastre, reconstruirse, antes de volver al agua pero ahora reconoce que nada sintiendo más, con una reciente paternidad que le ha ayudado a disfrutar de la vida. Eso es lo que le permitió llegar a Río.

Después de Londres pensamos que no volveríamos a ver competir a Michael, pero nos equivocamos. Aunque en realidad este es otro Phelps así que disfrutemos de él. Aplaudo su valentía por contarle al mundo una experiencia que nos permite a todos descubrir que los superhéroessólo existen en el cine y que la vida no es fácil por muchas medallas que tengas colgadas al cuello. Es una oportunidad más para reflexionar sobre lo que falla para que haya muchos deportistas que sufren después de su retirada. Unos lo llevan mejor, otros peor pero que nadie dude de que es muy duro. Si podéis no os perdáis el documentalMichael Phelps: The evolution. Un campeón sin parangón, pero una persona de carne y hueso, como tú y como yo.