Los triunfos de Paraguay – a primer turno por 1 a 0 – ante Jamaica y del Seleccionado argentino frente a Uruguay por 1 a 0, dejó al grupo con Argentina y la Selección guaraní, como líderes con 4 unidades. uruguay con 3 y jamaica sin unidades.
Un durísmo equipo oriental, que dejó la piel, e hizo figura al golero Sergio Romero, por lo cual, un empate, hubiese sido justo, por lo visto en La Serena. Un Messi bastante controlado, pero más que por su marcación, por el corte del circuito de aquellos que pudiesen alimentarlo. Sergio Agúero, convirtió el gol de la victoria mientras que Mascherano tuvo trabajo a destajo, Ángel Di María no brilló, pero encontró los pocos espacios que Uruguay le brindaba para rematar al arco, aunque sin fortuna.
Ya con el 1 – 0 en la parte final, el entrenador argentino, hizo ingresar a Banegas por Pastore ( fue el más claro a la hora de manejar el balón, con un lujo en la asistencia que dervió en el centro de Zabaleta, para el tanto de cabeza en palomita del Khun) y Tévez, a 10′ del final por el goleador de la noche, que terminó con un fuerte golpe en el hombro en la jugada del gol.
La mirada del diario chileno sobre la actuación de Argentina, es interesante, compartida o no :
Argentina aplaudió a rabiar la llegada de Gerardo Martino al banco de la selección albiceleste. La escuela de Bielsa volvía a imponerse en Ezeiza, dejando atrás el pragatismo de Alejandro Sabella, que mal que mal tuvo a los transandinos a las puertas de la Copa del Mundo.
Con jugadores para regodearse de mediocampo hacia adelante, con varios de los mejores del mundo en sus puestos, muchos intuyeron un brusco giro del combinado albiceleste. Sin embargo, en esta Copa América, la primera prueba de fuego del Tata Martino, poco y nada se ha visto de la mentada escuela rosarina. Un poco en el primer tiempo ante Paraguay y anoche, pese a vencer a Uruguay, las dudas volvieron a posarse sobre el equipo.
Lo pasó mal Argentina, sobre todo en el primer tiempo. En cierto modo, prolongó las dudas del debut ante Paraguay en los 45 minutos iniciales. La constelación de estrellas albicelestes parecían esparcidas en la cancha de La Serena sin conexión alguna.
Por un lado, Lionel Messi buscaba sin éxito algún socio como los que abundan en el Nou Camp. Ante tamaña soledad, sólo le quedaba intentar algún arresto individual, que casi siempre terminó trabado en el murallón charrúa.
Poco más allá estaba Agüero, acostumbrado al juego asociado de Manchester City, pero que con Argentina no recibe una sola pelota pegada al pie con ventaja de cara al arquero rival. En el lapso inicial apenas apareció con un cabezazo que controló muy bien Muslera.
El resto de sus compañeros, en un permanente cortocircuito, incluso Javier Pastore y Ángel Di María. No entraban en juego. Y todo parecía entregado a pelotazos largos de los volantes centrales, Mascherano y Biglia, que precisamente no se caracterizan por el juego pulcro.
Mérito también de Uruguay, que renunciando al ataque, más allá de intentar aprovechar algún balón parado y los laterales cerca del área, construyó una red defensiva casi infranqueable. Las marcas escalonadas sobre Messi y Pastore, le quitaban aire y espacio a los encargados de generar el fútbol de Argentina.
A esa altura, la duda que se planteaba era cuánto podía durar la resistencia charrúa. Messi seguía bien controlado y Di María no daba luces de aparecer en La Serena. Pero el que sí se despertó fue Pastore, que con una genialidad rompió el esquema. Con sendos toques se se sacó a dos rivales de encima, antes de habilitar a Zabaleta, quien a la carrera sacó un centro para Agüero, quien anticipó de manera brillante a Giménez para abrir la cuenta.
Lejos estuvo de tranquilizar el gol a Argentina. No supo manejar el partido. Y aquello le dio espacio a Uruguay para buscar la igualdad. Con desorden, sí. Pero con una tenacidad que puso a los transandinos contra las cuerdas. De no ser por Sergio Romero, brillante en un par de atajadas, y de la poca eficacia de los charrúas, especialmente Abel Hernández, el actual campeón de la Copa América pudo salvar un empate.
El alivio de Messi y compañía con el pitazo final de Sandro Ricci fue evidente. Otra noche de suplicio en La Serena para las estellas, que todavía no aterrizan en la Copa América.