No hay dudas que Diego Fernando Latorre es la aparición más importante por su calidad, sentido común, y “silencios” oportunos, en el periodismo especializado en Deportes, que el fútbol profesional, le haya “cedido” entre sus protagonistas, a la actividad periodística – me animaría a decir – en la historia (por sobre aquellos intentos de Silvio Marzolini y del querible Enique Quique Wolf, ya que Latorre, tiene un espíritu mucho màs vríticio, “disparando” ideas entre sus seguidores.
Así como el gran periodista Walter Vargas, Latorre no parece ser de la “entrañana” de la Editorial de un amarillista diario como el “Ol?” , que se precia de Deportivo, y a la sombra del
“mercado” y en nombre de su legítima necesidad de ventas, trastoca el espíritu “deportivo” con mucho anàlisis,,que debiera tener un medio que se precie de tal.
Como un “oasis” aparecen artículos de los citados, que nos ayudan a reflexionar.
Aquí, en su crítica, el ex astro de Boca Juniors, afecta, sin dudas, a algunas tapas del diario en el que, el sàbado 15 salió publicada la siguiente columna, que, tiene como m?s destacable, que lo dicho, la realidad de la violencia ejercida en la sociedad argentina:
Sábado, 15 de Diciembre 2012, 22.20
DIEGO LATORRE
Protagonista hay uno solo
Con gran expectativa, fui a ver la exhibición entre Roger Federer y Juan Martín del Potro. Sabía que era un partido para disfrutar, para admirar el repertorio del gran tenista suizo. Así fue. Pero también me sirvió para reflexionar acerca de lo que sucede en las tribunas. Un fenómeno que ya trasciende largamente el fútbol. Me llamó la atención cómo el público se esforzaba por ser gracioso con sus comentarios, como si compitieran para ver quién cuenta con mayor caudal de ingenio. Lo más grave fue que hubo tres o cuatro gritos muy crueles dirigidos a Del Potro. Claro, ídolo efímero, le reprochan no haber estado en las últimas series de Copa Davis…
¿En qué momento el público se puso a la altura de los protagonistas? ¿Qué fue lo que sucedió para que el público dejara de ser testigo, un condimento más del espectáculo, para convertirse en el espectáculo mismo? Pareciera que para existir hay que mostrarse, hacerse visible. Y si le agregamos la falta de tolerancia que nos caracteriza… Al pagar su ticket, es como si el público estuviera autorizado a hacer y decir lo que se le plazca, con cargados calificativos. No debería ser así. El deportista -que tiene su vida y sus preocupaciones- se convierte en una máquina de reivindicar. El trabajo del ídolo también es ingrato, respondés a las exigencias de la corte, las reglas del todo o nada. La influencia que esto tiene en los adolescentes es brutal.
Como el deportista es un profesional, se ha naturalizado que debe soportar todo. Y así, siempre termina perdiendo. Se banalizan el talento y el trabajo. O sos un número uno o sos un desecho. Ahí está la primera trampa, la primera traición. El público, tan contundente para evaluar a los deportistas, no es capaz de evaluarse a sí mismo. Es, por lo tanto, la postura más cómoda; y, a la vez, más desigual. El otro nos refleja en un espejo aquello que no queremos ver de nosotros. Si está idealizado, mucho más.
Ser parte del público nos libera de toda responsabilidad. Hay un límite que no se debe pasar, es empezar a perder la condición humana. Ese mismo hincha provoca lo mismo que critica. Todos se rasgan las vestiduras cuando la violencia se genera dentro, pero “olvidamos” lo que generó esa reacción desmedida del protagonista. La pasión debe tener su borde para no transformarse en exceso.
En ese contexto, no es casual que la violencia se expanda como una epidemia. Esta semana se habló mucho de lo que ocurrió con Tigre en San Pablo. Una locura, por supuesto. Un episodio para condenar, sin ninguna duda. Y también para pensar qué responsabilidad tiene cada uno entre tanto desquicio. El hincha que va a la cancha a buscar pelea, el protagonista al que se le suelta la cadena, el dirigente que sólo atiende sus intereses, el que detrás de una computadora opina sobre estas cuestiones y en lugar de hacer algún aporte sensato, arroja nafta…