por Matías Parker Castro en el diario chileno La Tercera
Lionel Messi tiene dos versiones: una que saca aplausos y otra que genera discusiones. En España, defendiendo la camiseta del Barcelona, el jugador nacido en Rosario maravilla cada fin de semana con una precisa habilitación, o con un gol que produce admiración hasta de la afición rival. Se aburrió de romper récords y su nombre, con apenas 28 años recién cumplidos, ya está grabado en la historia del club culé.
En Argentina, sin embargo, el 10 vive una situación opuesta. Jugando con su selección, pese a que en la sufrida victoria en los penales sobre Colombia levantó su nivel, está lejos de repetir el rendimiento con el que deslumbra en Europa.
Los números son duros con el transandino. En la presente Copa América, sólo ha convertido un gol, mediante lanzamiento penal, en el debut ante Paraguay. No es que carezca de oportunidades: registra 7 disparos al arco frente a los guaraníes, 2 contra Uruguay, 4 contra Jamaica y 5 ante Colombia. Pese a sus intentos, no logra celebrar con la Albiceleste.
Uno de los factores que le está pasando la cuenta es la ansiedad. Sabe que a su exitosa carrera sólo le falta un título con Argentina. Además, asume toda la presión que hay en su país, que lo ven como el salvador que pondrá fin a una sequía de 22 años sin títulos.
“Tiene mala suerte. Un jugador que hace todo lo que hace Messi es llamativo. Una vez que falla un gol, y después falla otro, se nubla. Es raro. Va sin confianza a buscar otra opción. El otro día, Sergio Agüero nos contaba que lo motivaba en la cancha y le decía: ‘Dale, Lio, que ya llegará. Tranquilo’”, cuenta Germán García, periodista de TyC Sports.
Ante Colombia, la Pulga dejó en claro que sus deseos por convertir le está jugando en contra. Cuando se disputaba el minuto 26, el volante cabeceó un rebote que le dio el Arquero David Ospina al despejar un disparo de Agüero. Messi le dio frontal al balón, y el guardameta se lució enviándola al córner. En Barcelona, seguramente, hubiese sido gol.
“Qué se yo, ya no sé qué decir, qué pensar. Ante Colombia tuve dos situaciones increíbles. Hablando del cabezazo con Ospina, no sé qué pasó, ya estaba en el piso y le puse un frentazo fuerte. No entiendo cómo la sacó. Cuando vi que la desvió con un manotazo, me quería matar”, aseguró el 10 luego del encuentro. Minutos después, expresó, con cara de preocupación, la frase que resume su momento: “¡Lo que me cuesta hacer un gol con la camiseta de la selección argentina…!”.
El juego brusco que se vive en Sudamérica es otro factor que impide que Messi realice sus mejores jugadas. En el duelo ante Colombia, luego del encuentro, Agüero reveló el diálogo que sostuvo con el mexicano Roberto García, a quien le reclamó por las faltas de los cafeteros. “Esto es América”, le señaló el azteca.
“No entiendo, parece que es otro fútbol en Sudamérica. Nosotros somos de acá y nos acostumbramos. Hubo muchas jugadas de roce”, se quejó el jugador del Manchester City.
No obstante, para Mario Kempes, histórico de la selección trasandina y campeón del mundo en 1978, pide no cuestionar a la máxima figura del equipo de Gerardo Martino. Asegura que la Pulga cumple otra función en relación a lo que exhibe en Barcelona. Está más lejos del área, y sólo durante algunos tramos del encuentro realiza sus clásicas diagonales.
“En vez de hacer goles, se está sacrificando por la selección. Está arrancando de atrás, que se tira por la derecha y hace pases en diagonal para los compañeros. Está cumpliendo otras funciones”, señaló al diario cordobés La Voz del Interior.
La desesperación por no brillar con su selección lo llevaron a ganarse una tarjeta amarilla ante los cafeteros, luego de cometer una fuerte e innecesaria infracción a Jeison Murillo. que lo obligará a cuidarse en la semifinal ante Paraguay. En caso de ser amonestado, se perdería una hipotética final.
Messi quiere sonreír, pero no en Europa, sino en Sudamérica.