El sistema de “play off” en el fútbol, aparece como uno de los formatos más injustos para determinar a un campeón. Si bien es cierto que la situación es igual para los que se enfrentan, el azar, la “aspectación” del día, pueden definir una serie que, en un campeonato por puntos, todos contra todos, el partido siguiente da revanchas, y la “regularidad” muestra más cabalmente cuál es el mejor, y consecuentemente, el campeón.

En el caso de Independiente frente al Chapecoense por la Copa Sudamericana, hay que señalar, que los rojos de Avellaneda, “ligaron” en los 90′ reglamentarios, con tiros padecidos en los caños, y si tenía que haber un ganador, ése debía ser el elenco brasileño, como finalmente sucedió pero desde los 12 pasos, a pesar que, Sánchez Miño tuvo en sus pies el pasaje a la ronda siguiente y la desaprovechó.

Belgrano de Córdoba – que por ganar como visitante, le bastaba con empatar – en su “casa”: el Mario Alberto Kempes, con la friolera de 55 mil simpatizantes propios, se quedó sin nada, aún con las facilidades, que desde el punto penal, le brindó su rival, el Coritiba.

Lanús, en cambio, se topó con un Guillermo Sara (asesorado y sostenido desde el borde del campo de juego, por el entrenador de arquero, Juan José Romero, que le hizo señas previo al remate de cada rival, ya que, con el cuerpo técnico de los Mellizos, conocen de memoria a los ejecutantes por su paso por la entidad granate) inspirado en el tiempo reglamentario ( a falta de 3′ tuvo dos respuestas para ahogar un seguro grito de gol) y atajando 2 de los 4 remates, e incluso, acertando el “lado” en otro más, que por la potencia del impacto, no logró retener, se convirtió en el “héroe” de la gélida noche marplatense en el José María Minella. Habían terminado 2 a 2 en los 90′, con Boca siempre en desventaja en el marcador, con un tiempo para cada uno. Lanús pecó de no profundizar su total dominio en los 45′ y quedarse con el tibio 1-0 conseguido a los 3′ desde un tiro libre, con “peinada” de Braghieri, y Román Díaz, empujándola al gol.  La acción que generó este tiro libre, fue una “salvajada” ( o sin encomillado ?) de Gino Peruggi contra Lautaro Acosta, que mereció roja, pero fue amarilla del árbitro Diego Herrera.

Es cierto que los de Jorge Almirón pudieron ponerse 2-0 con otra pelota detenida. En una acción propia de “Gaby , Fofo y Miliky”, o de los “3 chiflados”, salieron del área, hacia donde la pelota estaba metros atrás de la medialuna, 3 jugadores, dos se puiseron de cara a la pelota, y de espaldas a la barrera, sonó el silbato, giraron corriendo ambos al área, uno pasó por arriba, y el otro le dió al centro, que terminó con foul de Román Díaz, según el juez, y la pelota dentro del arco de Boca. No hubo protestas, de una situación que pudo parecer entre ridícula y grotesca, si hubiese terminado en “nada”.

En el período final, el granate, no insisitió por ese sector del terreno con Lautaro Acosta, de manera increíble, no solo por ser el “ala” defensiva xeneize más endeble, sino por la amonestación con la que cargó por 87′ el mencionado Peruggi. Es verdad que Boca se adelantó unos 15 metros en el terreno, con un crecimiento en su juego de Pavón, que resultó notable, así como el “distinto” Carlos Tévez, que como “enojado” con frases en los medios tales como ” si pierde Boca, en lugar de a fin de año, Carlitos se retira ahora”, fue determinant con dos goles, asistencias notables, redondeando una muy buena actuación. cambiaron la historia, primero con el empate, después del centro de Pavón, el taco con pase de “taquito” Benedetto, para que el “10” le pegue al gol, entrando por el caño derecho del arquero Monetti.

Otra vez un tiro libre, y de nuevo el “laboratorio” de Almirón. Parecía que nadie se la iba a quitar a Velásquez, amagó, salió pegándole un diestro al centro, y gol de cabeza de Braghieri por detrás de todos y un desconcertado Sara, que ya estaba por tirarse para el remate del “3” y le cambiaron todo: 2 a 1.

Tévez recibió un poco a la derecha de la medialuna del área de Lanús, y eligió darle muy muy fuerte, al ras. Bien al ras del piso, La pelota jamás de levantó y se metió casi acariciando el parante izquierdo del arco del cartel, para transformarse en el 2 a 2 definitivo, con las posteriores “salvadas” de Sara, que ya remarcamos.

Excepto el primer remate desde el punto penal para la definición de la serie de 5, Román Martínez optó por “Picarla” a lo Abreu, y aventajó a su equipo. Luego lo ya conocido y apuntado más arriba.

Boca jugará con Rosario Central por los cuartos de final de esta Copa Argentina – en principio en Cördoba – y el Minella espera los choques de Racing – Gimnasia La Plata (el 9 de octubre( y – todavía sin ser oficial – River- Unión de Santa Fe.

fuente: Mundo D :  Un final inesperado, doloroso y triste fue el de Belgrano en la Sudamericana, porque después de haber ganado 2-1 en Brasil, de haberse puesto en ventaja en Córdoba, fue presa de sus nervios y perdió el partido 2-1 ante Coritiba, lo que llevó todo al dramático sistema de tiros desde el punto de penal y falló, con lo cual la ilusión de seguir de caravana se desmoronó para el Pirata.

El llanto de los juveniles del Celeste, de esos que sienten la camiseta envuelta al corazón, fue una síntesis de aquellos que desde las tribunas casi incrédulos vieron cómo se escapó una chance de seguir en competencia que a priori era difícil que sucediera.

Muchos miraron con asombro lo que sucedió en el campo, lo que fue eliminación cuando no debía ser. Pero cuando las cosas no se hacen bien en cancha, el resultado es casi una consecuencia.

Allá, Coritiba hizo mal su parte y perdió; acá le tocó al Pirata y perdió. Los aplausos de la gente para darles las gracias a sus jugadores por el esfuerzo no calmarán el dolor, pero el fútbol es así.

Ganar o perder son alternativas del juego y aunque pareció que no se podía escapar, se escapó, y el cachetazo que en el juego le dio Coritiba se selló en los penales.

La fiesta que no fue

El contexto estuvo preparado para ser una fiesta que no llegó. Fue una noche de mucho nervio y de la que seguro el DT y los jugadores sacarán conclusiones para el futuro, pues hubo demasiados errores en una jornada que debió ser de alegría.

No hubo uñas que resistieran tanta tensión ni nervios que pudieran calmarse ante este tipo de partidos. Porque no fueron 90 minutos: fue una semana entera esperando el juego y soportando que el reloj no quisiera meterle el acelerador para que todo pasara de una vez.

Los trapos se dispusieron en todos los rincones del Kempes, las butacas se ocuparon como nunca, hasta la última, esa del rincón de arriba que siempre tiene tierra y telarañas.

El rugir del estadio se escuchó en cada minuto en la previa y se fortaleció con el correr de los minutos, y el inicio del partido los encontró con motores a pleno, gargantas calientes y pulsaciones a mil.

De repente el cemento se estremeció con los equipos ingresando al campo y la plegaria de la gente se hizo ensordecedora. Más de 57 mil personas saltaron al ritmo de la música que surgió en la cabecera Artime y recorrió el pecho de los Piratas contagiándolos de fervor y locura.

Hubo un pico máximo de estremecimiento y fue con el gol de Bieler.

El delantero metió una chilena y pareció que la serie estaba encaminada. Pero no. Llegó el tiempo de los nervios, de los viejos errores, y fue cuando el visitante empezó a llenar de centros el área de Olave para ganar seguido. Nadie quiso mirar, pero el equipo no reaccionó y Coritiba metió el empate antes del cierre del parcial.

El entretiempo fue una larga conferencia entre los 57 mil espectadores que le buscaron una explicación a lo que se vio en cancha. Y si algo faltó para que los nervios castigaran a los corazones golpeados, fue el gol de cabeza de Bareiro, que llevó el pase a la definición por penales.

Fue como una fantasía que se desplomó con cada remate desde ese punto blanco que fue el de la sentencia a un sueño copero que se desgranó en los últimos dos tiros. Porque Olave atajó el primero y pareció que la cosa se encaminaba, pero otra vez fue sólo un instante, como el gol de Bieler.

Falló Luna, falló Álvarez Suárez, y la alegría fue brasileña.