Con su juego y con declaraciones, Lionel Messi tomó el legado del liderazgo del Seleccionado argentino que hasta el Mundial anterior ostentaba Javier Mascherano.
Los que reclamaban acciones “maradonianas” en el 10 rosarino, sin reparar en que son personalidades, temperamentos, formaciones de vida distintas, ya no sentenciarán a Messi como un “frío”, un “indiferente”, un “insensible”, puesto que, primero tras el cotejo con Brasil y sus protestas contra el VAR, a la calificación de “corruptos” del sistema futbolero actual, señalando que “ME ECHARON PORQUE LOS CRITIQUÉ EN EL PARTIDO ANTERIOR”
Messi, primero comenzó a jugar “como lo hace en Barcelona y no en la Selección” ( el injusto reclamo del simpatizante criticón) con acciones determinantes frente a los brasileños, y lo mismo hoy contra Chile, y luego, ese sacar el pecho por sus compañeros, incluso por el actual cuerpo técnico, y arriesgando con sus declaraciones, su propia presencia o salud dentro de los campos de juego, al ser desafiante con el establishment futbolero, como lo era Diego Maradona. Un “matiz”: Las expresiones de Lio, no tienen el “tono” de Diego, sino, su propio “tono”. El expresado en voz baja; sin el ceño fruncido, sin los ojos en sangre, sin la puteada a flor de piel. Hasta con “códigos” de no caerle a un colega como Medel ( pidió “amarilla” para su rival, suavizando la cuestión con un “Gary es así”) por sobre los arbitrajes y el VAR.
Este claramente “nuevo” Messi, tendrá que aprovecharlo el DT de turno del Seleccionado argentino. Este “nuevo” líder, deberá contagiar a la otra “camada”: De Paul, Dybala, Lautaro Martínez, Matías Suárez, Foyth, entre otros. Y, quien nos dice, que sea una señal luminosa en el camino a Qatar, y terminar con la sequía de títulos.