En canchallena, escribió el prestigiosísimo Ezequiel Fernández Moores (al menos, hasta que La Nación, se dé cuenta. jaja)

San Lorenzo no se vende”, gritaban cientos de hinchas el 30 de noviembre de 2000. Se oponían al intento de privatización del club por la empresa suiza ISL. Al polémico contrato de gerenciamiento que cedía derechos hasta por 20 años, con cláusula de confidencialidad y Zurich como sede judicial para dirimir eventuales controversias.

La Policía reprimía. El presidente Fernando Miele amenazaba detrás de una reja. No tuvo éxito. Desde entonces, los hinchas de San Lorenzo celebran su día cada 30 de noviembre. También Boca, que tenía como presidente a Mauricio Macri, quería ser gerenciado veinte años por ISL. El tesorero Orlando Salvestrini lo justificaba invocando un déficit financiero de seis millones de dólares. Macri y Miele volvieron a la carga en 2001 junto con Fernando Marín, gerenciador de Racing con Blanquiceleste. El proyecto de ley para “reorganizar el fútbol argentino” con la creación de sociedades anónimas deportivas (SAD) fue elevado a Domingo Cavallo y Patricia Bullrich, ministros de Economía y de Trabajo, respectivamente.

Pero en 2001 estalló el país. Ese mismo año estalló también ISL, la mayor quiebra en la historia comercial de Suiza. Y luego quebró Blanquiceleste. Quince años después, algunos de los mismos actores de 2001 vuelven a debatir la posibilidad de que los clubes, asociaciones civiles en crisis eterna, cedan su gestión a capitales privados.

“En un mundo en el que todos apuntamos a elegir más en libertad”, dijo Macri días atrás, los socios deberían votar si sus clubes deben seguir como asociaciones civiles o convertirse en SA.  Porque “no se pueden aguantar más” los “niveles de falta de transparencia” y “que tengamos dirigentes irresponsables que van, desfalcan el club, se hacen ricos y no tienen consecuencias”.

Antes de asumir en 1995 en Boca, Macri quiso comprar Deportivo Español. Lo apoyaba el entonces presidente Carlos Menem, pero la AFA rechazó por 34 votos a 1 su proyecto de Clubes SA.

En el Congreso se presentaron cuatro proyectos para privatizar los clubes, uno de ellos impulsado por Daniel Scioli, que presidía la Comisión de Deportes y era menemista.

Marcelo Tinelli tenía una SA con el Badajoz, el club español al que solían llegar algunos jugadores del Boca. Fue un fracaso. “A Tinelli y a Macri -me dice el abogado César Francis- se los reconoce más por su gestión en las asociaciones civiles, por San Lorenzo y no por Badajoz, por Boca y no por Socma. Creer que pasar a ser una SA va a significar que los clubes no quiebren es una falacia absoluta. Hay cientos de clubes centenarios, pero me sobran los dedos de las manos para encontrar empresas centenarias.” Francis, vocal opositor, es el autor de un proyecto para que San Lorenzo sea -acaso mañana en asamblea- el primero que exprese oposición formal a la eventual conversión de los clubes en SA.

“En lugar de entregar los clubes al mercado, pongamos la energía en hacerlos mejores como asociaciones civiles sin fines de lucro. Los estatutos y códigos Civil y Penal ofrecen las herramientas de control.” Francis rechaza también un eventual modelo mixto, porque, según cree, sería “despareja” la competencia entre un club dedicado sólo al fútbol contra otro que, además, debe abocarse a lo social. “Para una asociación civil, un balance equilibrado en cero es un éxito. Para una empresa -dice Francis-, es una derrota, porque no hay ganancia.” Francis integró el Foro Social que en los 90 combatió contra las SA. Tiempos del Boca de Macri, el de mayores éxitos deportivos en la historia del club, que no estaba gerenciado, pero sí tercerizado. Fondos de inversión, Boca Crece, IESA, ACE, TSM. Siglas de empresas de balances y accionistas desconocidos. Hasta se le pagó una comisión de 220.000 dólares a un intermediario uruguayo para fichar a juveniles de Argentinos Juniors. “Usted -le espetó en un debate público Rafael Bielsa a un Macri demudado- convirtió a Boca en un centro de negocios privados.”

Más polémicas fueron las siglas HAZ y MSI, claves en la venta de Carlos Tevez al Corinthians, pagada en 2005 desde un paraíso fiscal a una cuenta no declarada en Nueva York. La H de HAZ era por Fernando Hidalgo y la A, por Gustavo Arribas, según el candidato opositor Roberto Digón, ambos vinculados con Macri en la compra y venta de jugadores. La firma aparece ahora en los Papeles de Panamá. MSI, grupo gerenciador de Corinthians, era a su vez propiedad del fallecido magnate ruso Boris Berezovski, acusado por Gaeco (una unidad brasileña contra el crimen organizado) de usar offshores para transferir jugadores para lavar dinero. También Daniel Angelici, presidente actual de Boca, está en los Papeles de Panamá. Sus opositores creen que su insistencia por una nueva Bombonera estadio shopping, en terrenos de Casa Amarilla rezonificados a medida de Boca por la Legislatura porteña, endeudará a Boca en 400 millones de dólares, supuesto paso previo a una “inevitable” conversión del club en una SA. “Si demolieron el Maracaná y Wembley, por qué no la Bombonera.” Me lo dice el colega Alejandro Fabbri, que dentro de diez días presentará en la Feria del Libro El nacimiento de una pasión (Capital Intelectual), su último trabajo sobre el origen centenario de los clubes argentinos. “Yo -me dice Fabbri- estoy a favor de los clubes como asociaciones civiles, pero me pregunto siempre por qué un modelo que sí se impuso en casi todos lados no puede hacerlo acá.”

Boca, San Lorenzo y Racing tienen prensa garantizada. ¿Y los que no? “Yo -me dice Santiago Menichelli- también tengo postura tomada y te puedo decir que en el interior el 99,9% de los clubes tiene en su barrio ese rol social y de contención.” En Los dueños del fútbol del interior, libro de aparición inminente, Menichelli cuenta historias como las de Boca de Río Gallegos (el club de la familia de Lázaro Báez), La Plata Fútbol Club (fundado en 2004, hoy sobrevive como puede, abandonado tras la caída de su mecenas político, Julio Alak) y Real Arroyo Seco (fundado en 2003 por el narcotraficante Patricio Gorosito). Habla de los clubes catamarqueños de Andalgalá apoyados por la megaminería, que así, mientras contamina, cumple con el concepto de responsabilidad social empresaria, y de los distintos Camioneros de Moyano. Todos clubes, dice Menichelli, que no son sociedades anónimas, “pero se manejan como si lo fueran” y “desfiguran al extremo la figura de las asociaciones civiles”, con un Estado que incumple su rol fiscalizador. Como contrapartida, Armando Pérez es un ejemplo positivo en Belgrano, de Córdoba. Pero está también Unión de Mar del Plata, el club que en pocos años subió del Argentino B a la B Nacional y abandonó el fútbol profesional meses atrás, tras el arresto de su mecenas, Francisco “Cacho” Pagano, acusado de supuesto lavado de 24 millones de dólares.

¿Que los clubes argentinos aumentaron sus deudas desde que comenzaron a recibir los generosos dineros públicos del Fútbol Para Todos? Igual que los españoles, cuya deuda creció hasta casi cuarenta veces desde que, en 1991, pasaron a ser SAD. La figura jurídica no exime al mal administrador. En Inglaterra, meca del fútbol-negocio, los hinchas de Manchester United, desencantados con el arribo del magnate estadounidense Malcolm Glazer, que compró el club sin poner un peso, a través de créditos bancarios que cargó a la propia institución, abandonaron un día Old Trafford cantando: “Glazer, wherever you may be, you bought Old Trafford but you can’t buy me” (Glazer, dondequiera que estés, compraste Old Trafford pero no me podrás comprar a mí). Cuatro mil doscientos de esos hinchas fundaron el FC United, desde Scott Fletcher, ejecutivo de ANS, que aportó una suma de seis dígitos, hasta quienes pagan el mínimo de 12 libras anuales. Cada accionista comunitario equivale a un voto. En diez años, el club que pertenece enteramente a sus socios subió cuatro categorías e inauguró en 2015 Broadhurst Park, un estadio de casi 9 millones de dólares. Estallaron algunos problemas internos en los últimos meses. El 28 de abril les hablará a los hinchas Ken Loach, el gran director de cine que dirigió, entre otras, Looking for Eric, una hermosa película de 2009 con Eric Cantona. Un hincha cuenta en el film su enojo porque su club cambió identidad por dinero. “Podés cambiar de esposa, de partido político y de religión -le advierte un compañero-, pero nunca de equipo.” “Fueron ellos -le responde el hincha frustrado- los que me dejaron a mí.”