20120831-175115.jpg

Asî lo tituló el diario Marca de España, para referirse a la soberbia actuación del colombiano Falcao, de recordado paso por River en la Argentina, que le pwrmitió al Atlètico Madrid del Cholo Simeone, alzarse con un preciado trofeo.
Para ganar final, ponga un Falcao en su vida. Tres goles del Tigre tumbaron al Chelsea, presa inesperadamente fácil para el instinto depredador del colombiano. El mismo que ya mostró en la final de Europa League ante el Athletic (dos goles), o el que le dio al Oporto el título en 2011. Talento ofensivo que sacó brillo al solidario equipo del

Cholo Simeone, que sumó su segundo doblete continental en apenas tres años. Llámenlo ciclo, hegemonía o, simplemente, Atleti.

En el día de cierre del mercado de traspasos en Europa, el Atlético exhibió una joya. Radamel Falcao devastó al Chelsea en un primer tiempo prodigioso, en el que demostró el dominio de todos los registros del ariete clásico: dominio del espacio, desmarque agresivo, manejo de ambas piernas y potente juego aéreo. Y, además, clase.

Con clase picó Falcao sobre la salida de Cech para hacer el primer gol del Atlético, con ambos equipos aún tratándose de usted, tras un gran pase de Adrián. Picó con la zurda sobre un Petr Cech que no podía ni imaginar la que se le venía encima. O quizá sí: a esas alturas, el Atleti ya había estrellado un balón en la madera (Falcao, claro) y sufrido un clamoroso penalti no sancionado sobre Koke.

El gol permitió al Atleti bajar pulsaciones, aunque su rival presentó desde el principio un descorazonador encefalograma plano. Roman Abramovich se ha gastado este verano 100 millones de euros (más) en reforzar a su equipo, pero le sigue faltando luz. Hazard y Mata no aparecieron y, con Óscar en el banquillo, Torres volvió a sentirse en el lugar equivocado y en el momento más inoportuno. Fue una sombra.

Con Filipe Luis sacando el cuchillo por la izquierda, el manejo del partido era cosa de Arda, que se también impuso a la lustrosa línea de mediapuntas rivales. El Chelsea, además, mostró lo que, si no es una lamentable condición física, es una penosa actitud: en cada contra, el Atleti se plantaba en superioridad en área inglesa. En una de esas, Falcao cazó un balón de destino dudoso y le hizo a Cech el primer gol de la final de Europa League ante el Athletic: rosa de zurda que se aleja de las manoplas de Cech antes de acercarse, de nuevo, a las redes. El chico es que no sabe hacer goles feos.

Dieciocho minutos le duró el Chelsea al Atlético. Menos incluso que el Athletic en Bucarest. El primer tiempo, que Courtois vivió con absoluta placidez, pudo ser aún más humillante para el lujoso trasatlántico inglés, ya que Falcao estrelló un segundo balón en la madera (después de que Koke pifiara un remate a puerta vacía tras jugada de Arda) y Cech sacó dos manos a mano con Adrián y Gabi. Pero Falcao seguía con apetito, y al filo del descanso corrió otra contra con Arda (ante la dimisión en pleno de la defensa inglesa) para batir por tercera vez a Cech. Esta vez, por abajo. Tres goles y dos palos para el colombiano, que disfrutó como un Tigre en una carnicería.

La voracidad de Falcao liquidó el partido en el primer acto. El segundo se jugó por prescripción reglamentaria. Sirvió, eso sí, para seguir retratando la incapacidad del Chelsea para hacer el mejor rasguño al Atlético en ataque estático y registrar dos nuevos goles, tras sendos balones parados: Miranda hizo el 4-0 y Cahill el de la vergüenza para el Chelsea. El campeón de Europa no fue rival para el Atlético, que sigue reescribiendo su historia a golpe de doblete. Este equipo es así.