Bajo el durísimo título “Jugar mal ya es una constante”, el diario El Dîa de La Plata publicó que Se puede decir que fue milagroso. Que Estudiantes, jugando tan mal como anoche haya podido empatarle a Colón de Santa Fe cuando ya se corrían los cortinados en el Estadio Ciudad de La Plata, sencillamente resultó milagroso.
El equipo del Vasco Azconzábal sigue sin encontrar el rumbo, comete muchos errores, especialmente defensivos, ha perdido ese fuego sagrado que lo distinguía y ahora cualquier rival se le planta de firme y hasta el puede dar vuelta el resultado, como ocurrió en el arranque del complemento.
Ganaba el local sin merecerlo con gol de Gastón Fernández, anotado en el cierre del primer tiempo, y el sabalero se lo dio vuelta en el arranque del segundo con tantos de Iván Moreno y Fabianesi y Gerardo Alcoba, pero cuando se iba el partido que abrió la disputa de la 10ma fecha, cuando se agotaba incluso el tiempo agregado al reglamentario, cuando había agredido poco al equipo de Roberto Sensini, un cabezazo de Mauro Boselli evitó que se concretara su tercera derrota al hilo en este torneo Clausura.
No engrana el equipo pincharrata. Hasta parece que siempre choca con la misma piedra, y eso ya es más que preocupante. Lo sorprenden mucho por los costados, y lo que es peor no consigue subsanar estos problemas sobre la marcha.
Y Colón, que no le fue en zaga en cuanto a tibieza también defensiva, como quedó demostrado en el cierre de ambas etapas, pudo sin embargo hacer la diferencia manejando la pelota y triangulando bien en el medio, para luego buscar la penetración por la derecha esencialmente, en donde no se complementaban bien, otra vez, Iberbia y Enzo Pérez.
Por allí se filtraba de continuo Graciani, pero lo cierto era que allí en el medio gravitaba más el trabajo de Higuaín, Bastía y Moreno y Fabianesi sobre lo que intentaban con cierto desorden y marcada imprecisión Pérez, Benítez y Mariano González.
También por izquierda tuvo problemas el local en donde Mercado era también superado de contínuo, lo que no hizo más que el fondo fuera un templaderal y el descontrol se apoderara del equipo cuya primera llegada fue pasada la media hora, con un centro de Pérez, ahora volcado sobre la derecha, que contuvo Díaz ante la carga de la Gata Fernández.
Colón llegó más y mejor en el primer tiempo, pero no estuvo fino en la definición. Y un error defensivo le costó un dolor de cabeza. Porque precisamente de un mal rechazo de cabeza de Garcé, tras un pelotazo largo de Andújar, le dejó la pelota servida a la Gata para que resolviera por sobre la humanidad de Díaz cuando salía a atorarlo.
Pero ni el gol le dio la posibilidad a Estudiantes de reorganizarse y, a partir de la ventaja, sacar provecho de las urgencias que iban a tener los santafesinos. Pareciera que la autocrítica en City Bell no ha prendido en los jugadores, y eso de chocar siempre con la misma piedra pasó a ser una constante.
No escarmienta, no reacciona, se deja estar. Tampoco estrecha filas, y da ventajas. Así, en pocos minutos, la visita dio vuelta el resultado. Primero tras una excelente pared entre Caire y Moreno y Fabianesi, que el Matador resolvió con un derechazo bajo y
cruzado que se le metió a Andújar contra su parante izquierdo.
Fue un golpe con poder de nocaut, porque lo dejó inerte a Estudiantes y merced a un equipo que había pasado a ser dominador claro de la situación.
Y lo volvieron a sorprender con un córner, nada menos. Higuaín tocó corto para Mugni que mandó un centro pasado al segundo palo, Graciani la bajó de cabeza, Benítez rechazó en forma imperfecta ante Cellay, la pelota quedó boyando en el área y Alcoba, con tiro alto al palo izquierdo, puso el 2-1 y llenó de estupor a la tribuna local.
Era el momento de cambiar. En forma urgente. Sin dilaciones. Mauro Fernández adentro, pero por Iberbia. Fue una jugada de riesgo. Pero que no sirvió para mejorar la llegada albirroja, que brillaba por su ausencia. Y ya con Carrillo y Gil Romero adentro, en el cierre, cuando tiró todo lo que tenía, en la última bola le gritaron bingo. Enzo Pérez levantó un centro desde la derecha, el goleador Boselli saltó entre los centrales y cabeceó como un latigazo poniendo la pelota abajo, contra el palo izquierdo de Díaz, evitando que la noche resultara más oscura.
Pero jugando así no se pueden esperar milagros. La punta sigue estando lejos, tan lejos como el juego que este equipo puede desarrollar, y que ha extraviado peligrosamente.