La frase era de un aviso en balnco y negro de la TV argentina en la década de los ’70, y es aplicable a lo que sucedió en cancha de Huracán en los 3 minutos finales del juego, donde se anularon – bien anulados – dos accioens que terminaron con la pelota dentro de cada arco, entre el Globo y Peñarol de Montevideo.
Huracán desperdició esta noche una buena chance de dar un gran paso hacia la clasificación para los octavos de final de la Copa Libertadores de América, tras empatar como local 0-0 ante un Peñarol de Uruguay que jugó con un hombre menos desde los 22 minutos del primer tiempo por la expulsión de Nahitan Nandez.
El final del encuentro dejó lugar para la polémica y en el centro de la escena al árbitro ecuatoriano Omar Ponce, quien acertó en aquella expulsión, pero fue abordado al finalizar el encuentro por ambos equipos, por no convalidar un gol por bando.
En tiempo de descuento, sancionó una posición adelantada de Ramón Abila cuando Daniel Montenegro había batido por fin a Gastón Guruceaga, la figura del encuentro, y luego no convalidó un tanto del arquero uruguayo, al considerar que cargó contra Marcos Díaz cuando fue a buscar heroicamente la victoria y a evitar la eliminación de su equipo del certamen continental.