El encantamiento desapareció apenas empezó a rodar la pelota. A diferencia de lo que señalan los cuentos infantiles, el hechizo se figuró de noche y se extinguió de día. Porque San Lorenzo se fue a descansar energizado, lleno de ilusión, después de observar que el puntero Boca tropezaba en su cancha frente a Defensa y Justicia. Una fisura asomaba en el cómodo recorrido de los xeneizes rumbo a la corona y el Ciclón debía estar despierto para, al menos, intentar el asalto, ejercer presión. Pero nunca se despabiló, jugó adormecido y se equivocó como nunca; demasiadas ventajas que capitalizó Godoy Cruz para construir una goleada histórica y reflejar que la campaña en la Superliga es el producto de una planificación y no de apellidos que se iluminaron en una mañana gris.

Un 5-0 es un resultado categórico; para San Lorenzo, un mazazo cuando la Superliga entró en tiempos de definiciones -aunque las matemáticas lo habilitan para ser campeón, el objetivo se reduce a apoderarse de una de las plazas para la Copa Libertadores 2019- y la llave de la Copa Sudamericana frente a Atlético Mineiro está a la vuelta de la esquina. Godoy Cruz, una estructura que transita por un pasaje espléndido desde los resultados, con cinco victorias en cadena, pero también desde lo futbolístico, con rendimientos individuales de alto vuelo que provocan que el colectivo brille. La conducción de Pol Fernández, aquel muchacho que irrumpió en Boca en 2012 y que enseña su mejor versión con los mendocinos, y la capacidad goleadora del uruguayo Santiago García, dos puntos superlativos en la goleada. Con ellos como estandartes, el resto acompañó y hasta por momento quienes marcaron los compases fueron el lateral Angileri, el veloz Juanfi Garro o el infatigable Ángel González.

El partido se quebró a los 9 minutos, con el gol en contra de Caruzzo -su presencia estuvo en duda hasta la entrada en calor, por una molestia en el hombro izquierdo- y quedó definido nueve minutos más tarde, cuando el Morro García conectó de cabeza un desborde de Angileri, que recorrió la banda izquierda sin marcas. En el medio, el tanto de Carodna, un futbolista que se forjó en Boedo, después de aprovechar una acción de pelota parada: córner que lanzó Angileri y el zaguero impactó el balón en el área chica. A esa altura, con 72 minutos por delante, imaginar una reacción del Ciclón era una quimera: las desatenciones eran demasiadas y cada equivocación significaba un festejo de gol de los mendocinos.

Si Godoy Cruz no tuvo fisuras y demostró una altísima efectividad (“No es normal, diría que fuera de lo común”, manifestó el entrenador Diego Dabove), San Lorenzo no hizo pie en toda la mañana. Aquellas individualidades que sostuvieron la llama encendida en la mini racha de tres triunfos, frente a Olimpo, Lanús e Independiente, cometieron fallas de principiantes. El arquero Navarro, que le había ahogado el festejo a Pol Fernández, en la acción siguiente se quedó clavado en el córner; más tarde, ofreció una flojísima respuesta a un remate desde fuera del área de zurda de Abecasis, con el que Godoy Cruz cerró, con un 4-0, el primer tiempo. Si Navarro era una muralla, en esos tres juegos que se sucedieron victorias no le marcaron, la fórmula de zagueros centrales que componen Coloccini y Caruzzo era un complemento que blindaba el arco. Hoy, ni la experiencia logró disimular los errores; en ese contexto, la voluntad y el espíritu de Barrios no alcanzó para contagiar a compañeros a los que jamás les sonó el despertador. Tan dolorosa resultó la caída que es la segunda peor derrota en el Nuevo Gasómetro, después del 7-1 con el que se despachó Boca, en el Apertura 2006.

Se subió Godoy Cruz al segundo escalón de la tabla de posiciones, al menos hasta que Talleres juegue con Independiente, a las 20, le quitó el lugar de primer escolta a San Lorenzo. Pero más que la cuestión estadística, la enorme diferencia de juego fue lo que hizo saltar las alertas, demostró que los mendocinos vienen en alza y que el Ciclón sólo se sostenía desde los resultados.