Por Gustavo Galera – Lic en psicología y DT de fútbol –
¿Psicólogos entrenadores y entrenadores psicólogos?
Luego de la derrota ante Croacia se suscitaron una serie de comentarios, notas y recomendaciones que me invitaron a escribir algo que me atañe como profesional.
En estos días he leído y escuchado a psicólogos que dan explicaciones indemostrables, que recitan fórmulas, que aconsejan y lo que es más preocupante, indican caminos para el éxito deportivo. Los psicólogos en el fútbol podemos ayudar principalmente en prevenir e intervenir frente a las dificultades individuales y grupales que tengan que ver con nuestra profesión, siempre respondiendo al cuerpo técnico. Porque sabemos de conflicto, sabemos de malestar pero principalmente sabemos responder frente a la angustia. Pero del juego y de cómo ganar no sabemos nada. También vi entrenadores que dicen cómo actuar en las problemáticas psíquicas individuales y grupales confundiendo la complejidad de las misma con un simple discurso motivacional. ¡Eso no es lo psíquico! Que tanta prensa tiene cuando no encontramos respuestas futbolísticas ni físicas.
Los entrenadores haciendo de psicólogos y los psicólogos poniéndose en el lugar de preponderancia que solo tienen los entrenadores fuera del campo de juego. Las turbulencias y el desconcierto que generan las derrotas y sobre todo en los mundiales hacen posible que improvisados, aventureros y principalmente profesionales que buscan protagonismo , se adjudiquen habilidades que mejorarían performances futbolísticas y lograrían títulos, ideadas en consultorios y pizarrones con arcos.
Cada uno debería hablar desde el lugar para el que está preparado, y si se ha preparado en ambos debe elegir desde donde dice lo que dice.
El trabajo interdisciplinario nos muestra un modelo a seguir donde se respetan los distintos saberes y discursos pero principalmente determina que le corresponde a cada uno. El psicólogo en lo suyo y el entrenador como cabeza del plantel debe confiar en la Psicología sin creerse “un poco psicólogo” por tener una personalidad carismática.