El Wall Street Journal realizó un extenso reportaje que analiza el enfoque educativo de la selección uruguaya. Uruguay: la Sociedad de los Poetas Muertos del Fútbol, se titula la nota, que cuenta cómo Óscar Tabárez “encontró el éxito en los Mundiales al manejar su equipo como si fuera un internado”.
Para los periodistas Jonathan Clegg y Joshua Robinson, en los 150 años que tenemos desde que el fútbol se inventó en los campos embarrados de los colegios internados de Inglaterra, “el deporte cambió tanto que es prácticamente irreconocible de aquellos muchachos de sangre azul que pateaban una pelota pesada de cuero”.
“Pero no ha cambiado totalmente. Porque en un pequeño puesto de avanzada en el río Volga, un hombre canoso de 71 años que camina con bastón, el hombre al que llaman el maestro, aún educa a jóvenes para que se comporten con carácter- y ganen partidos en los Mundiales-. Su nombre es Oscar Tabárez, y en 12 años a cargo de la selección nacional de Uruguay ayudó a convertir un país de 3.5 millones de habitantes al mejor equipo de fútbol del mundo -en proporción- al tratar a sus jugadores como si fuera un profesor de Eton o Harrow”, comienza la crónica.
Como en cualquier internado británico, “Tabárez ha dicho varias veces que su objetivo principal es moldear hombres integrales”. “Imparte lecciones sobre el respeto, la decencia y la importancia de los buenos modales. A pedido de Tabárez, Uruguay quizá sea el único equipo en Rusia que tiene a su escuadra de millonarios durmiendo en cuartos compartidos durante el torneo. Y toman mate constantemente”, dice el Wall Street Journal.
En la nota, consultan a Diego Forlán, que explica la filosofía de Tabárez, en el sentido de que la forma en que uno se comporta como ser humano se refleja en el equipo. Y luego, enumera los antecedentes dudosos de Uruguay en esta área previos al 2006, tanto los deportivos como su reputación de ser los “bullies” del juego por su forma agresiva y física de competir.
“Cuando Tabárez fue llamado para solucionar esto, identificó inmediatamente el problema. Uruguay tenía jugadores talentosos, pero carecía de la estructura para convertirlos en ciudadanos de bien”, cuenta la crónica, para explicar luego lo que fue el proceso celeste de selecciones.
En su carta de intenciones, Tabárez había escrito: “Un joven talento debe entrenar y prepararse para desafíos de la vida. El joven debe estudiar, no debemos entorpecer eso, debemos favorecerlo, eso acrecienta las posibilidades deportivas”.
“Otros técnicos del Mundial simplemente dirigen a su escuadra. Pero Tabárez se convirtió en el decano del programa entero de selecciones nacional, desde la Sub 15”, narra el WSJ.
A continuación, detallan cómo fue pensado el Complejo Celeste para generar un “sentido de herencia” de las viejas glorias celestes, desde las fotos elegidas para colgar en las paredes a la parrilla colocada en el exterior para compartir asado e historias.
“Este aire profesional de Tabárez no es coincidencia. Antes de convertirse en técnico, fue maestro de Primaria. Hasta hoy, le gusta educar a sus jugadores en historia, geografía, las artes y cualquier otra cosa que encuentre interesante en el momento. Eso también es parte del currículum de Tabárez”, dicen los cronistas.
Por ejemplo, organiza salidas a museos y teatro para los jugadores jóvenes. Incentiva la conversación sobre tópicos tan diversos como la música clásica o la botánica. “Lo que sabe Tabárez de las plantas es tremendo”, dice Claudio Pagani, el intendente del Complejo Celeste.
Siendo un obsesivo de los buenos modales, “tiene reglas estrictas sobre no dejar los platos sobre la mesa o poner los pies sobe las sillas”, además de pedir a los futbolistas que limpien sus zapatos de fútbol. “El uso de celulares está prohibido en el desayuno, almuerzo y durante las charlas del equipo”, agrega el Wall Street Journal, porque el maestro “quiere que los jugadores hablen entre ellos”.
Antes de que Uruguay compita en los torneos, Tabárez da una charla a los futbolistas sobre qué clase de comportamiento se espera de ellos, haciendo hincapié en no tener mala conducta ni responder mal a los árbitros. “Como todo maestro, sabe que algunas lecciones entran por un oído y salen por otro. Durante su tiempo a cargo de la Celeste, vio al delantero Luis Suárez cometer una mano en forma deliberada en el 2010 y morder a un rival en el 2014”, matizan.
Aún así, “Diego Godín ha contado cómo Tabárez continúa diciendo a los jugadores lo decepcionado que se siente cuando son expulsados, incluso jugando por sus clubes”.
“Sin importar lo que pase con su equipo en este Mundial, la misión de Tabárez para educar a los jugadores en temas ajenos a la cancha continuará. Está considerando poner clases de inglés a disposición para los más jóvenes y brindarles asesoramiento que cubre leyes contractuales básicas para ayudarlos a navegar por el mundo del fútbol profesional. Sobre todo, quiere que permanezcan en el equipo de Uruguay el mayor tiempo posible, donde pueden graduarse de la escuela del maestro para futbolistas sobresalientes. ‘Es como les digo a los jugadores del equipo nacional’, dice Tabárez: ‘Podés lograr buenos contratos en clubes, ganar prestigio, pero hay algunas cosas que solo las obtenés jugando por Uruguay”, concluye la nota