El fútbol es una cuestión de estilo (Fuente: 11wsports)
Cuando juega bien y cuando no logra hacerlo, Newells respeta y defiende una manera de jugar que no está atada a la circunstancia de los resultados
Momento de aclaraciones. El que quiera leer algún análisis en función de los resultados está invitado a abandonar la lectura. Acá no habrá nada de
eso y no porque se menosprecie la importancia de los resultados. Todos, los que afirman que quieren sacar puntos y los que evitan aclarar lo obvio, juegan para ganar. Y eso no se discute. El tema acá es que, como la lógica dominante para evaluar está construida a partir de quién gana, se habla, se piensa y se escribe demasiado sobre lo que arrojan los números. Quizás, tenga sentido ir a contramano de lo hegemónico para descubrir qué hay atrás del capricho de un tiro que entra o que pega en el poste y se va.
Ahora sí. El fútbol es, también, una cuestión de estilo. ¿Qué quiere decir esto? Que además del qué, hay un cómo; que el para qué y el para quién se juega son elementos constituyentes de los sentidos de este deporte. Y esa construcción de estilos, en la que pueda haber una amplia variedad de maneras de comprender y de sentir el fútbol, implica necesariamente que las formas o, lo que es lo mismo, la disposición estratégica –que no es la táctica- no estén atadas al desenlace del partido de cada fin de semana. En esa línea, Newell’s, este Newell’s que heredó y que tomó como propia la visión de Gerardo Martino, este Newell’s que lleva dados 3090 pases efectivos en ocho partidos, es casi con seguridad el caso argentino más transparente para entender qué significa el estilo.
Por si alguien todavía no lo tiene nítido, no se toma el ejemplo del último campeón porque ahora esté circunstancialmente en lo más alto de la tabla sino porque, pese a que le ganó a Racing, no fue, como admitió el propio Alfredo Berti, mejor que su rival pero sí se mantuvo fiel a su propuesta. Entonces, ese no apartarse de lo que se cree cuando las cosas no le salen como se desea es la condición sin la cual no se puede decir que existe un estilo. Entonces, la muestra de lo sucedido en Avellaneda y lo expuesto en las presentaciones anteriores pasan a operar como indicadores para justificar por qué Newell’s posee un estilo claramente identificable, que a esta altura le pertenece y lo ubica por encima de tantos otros equipos sobre los que es muy difícil determinar a qué juegan.
Principios rectores sobre los que se sustenta la idea del conjunto rosarino: posesión extensa de la pelota, utilización del ancho del terreno para atacar y búsqueda de pararse la mayor cantidad de tiempo que se pueda en campo contrario. De las tres, por lo poco frecuente en esta época y porque es el eslabón inicial para desarrollar los otros dos aspectos, el tiempo que Newell’s tiene la pelota bajo su control asoma como el eje fundamental de su intención. Esa decisión de mover pacientemente el balón para que asomen los espacios se verifica con datos estadísticos: ante Racing, más allá de que venció por una maniobra genial de Maximiliano Rodríguez, el cuadro rojo y negro dio 471 pases bien y acabó con un 91 por ciento de efectividad; en lo que va del torneo, el promedio es de 386 toques, con una media de acierto del 90 por ciento.
Para profundizar en este factor, que es clave si se pretende dilucidar los puntos neurálgicos desde los que se ejerce el estilo, vale la pena detenerse en dos nombres que -no de casualidad, sí por su ubicación en la cancha- constituyen la sociedad de la tenencia: Diego Mateo y Lucas Bernardi. Uno, el mediocampista de contención, 360 pases en esta campaña, 53 bien dados contra Racing, es el centro del trabajo que su equipo realiza en lo que se conoce como zona de distracción. El otro, un volante que se mueve como interno, 376 toques en esta temporada, 76 al pie de un compañero ante la Academia, cumple la vital función de conducir en la zona de gestación. La fórmula rinde frutos porque los circuitos de cada uno se tocan tangencialmente pero están ligeramente diferenciados. Por citar un ejemplo, Mateo, en el duelo de la octava fecha, les dio el 64 por ciento de sus pases al arquero y a los cuatro defensores; en cambio, Bernardi, en ese mismo encuentro, entregó el 60 por ciento de las veces a los jugadores que van por banda (laterales y extremos).
Cuando se dice que un equipo sabe a qué juega, se está diciendo que tiene un estilo. Newell’s, en el contexto de un momento histórico al que le sobran planteos en relación al rival de turno o al resultado inmediato, estampa una diferencia con la mayoría porque, cuando gana y cuando pierde, cuando juega mejor que su adversario y cuando no consigue superarlo, nunca traiciona el patrón de juego que eligió hacer propio. Por ahí, no haya que verlo como una sana excepción sino que haya que tomarlo como modelo. No estaría mal empezar a discutir qué es, al fin y al cabo, el fútbol sin estilo.