El amateurismo y la conjura de los necios
Hinchas y periodistas se burlan con falta de conocimiento de las casi cuatro décadas que convirtieron al fútbol en el deporte de los argentinos.
Un nuevo campeonato que ha conseguido el Racing Club de Avellaneda ha provocado el regreso de aquellos periodistas e hinchas que niegan entusiastamente la validez del fútbol en las casi cuatro décadas previas a la instauración del profesionalismo, en 1931. Ahora, la Academia suma 18 en total.
La legión de difamadores relativiza los torneos que generaron, justamente, el masivo apoyo popular al fútboly lo convirtieron en el deporte por excelencia de nuestro país. Se burla con argumentos que en la mayor parte de los casos son falsos, exagerados o directamente reflejan una increíble falta de conocimiento. Y eso que hay pocos, pero valiosos periodistas que asumen esas mentiras como propias.
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Incluso, hace pocos días se festejaron en los distintos medios de comunicación y fue la propia AFA (creada el 3 de noviembre de 1934) sus 126 años de existencia. En todos lados se publicó el número 126 como los años reales de la entidad que rige nuestro amado deporte. Eso quiere decir, que se refirieron siempre a la primera organización, la Argentina Association Football League, creada el 21 de febrero de 1893. O sea que vale la creación de la madre de la AFA, pero no tendrían ningún valor los partidos organizados por ella hasta 1931. Primer disparate.
Los clubes fundadores eran ingleses o escoceses y fueron dejando paso a los que nacieron con el impulso de muchos británicos afincados en el país y por supuesto, con la llegada de tantos inmigrantes de origen español, italiano, francés, ruso, judío, polaco o alemán, entre tantos. Alumni fue el primer gran campeón, al obtener diez títulos entre 1900 y 1911, dejándole dos solamente al Belgrano Athletic un cuadro estrictamente inglés.
La Selección Argentina comenzó a jugar internacionalmente en 1902, el primer partido fue contra Uruguay, como no podía ser de otra manera, y ya en 1916 se disputó la primera Copa América, en plena Capital Federal. La Argentina participó de los Juegos Olímpicos de 1928 y llegó hasta la final, siendo derrotada por Uruguay en Ámsterdam. El triunfo fue 2-1 y la Selección nacional consiguió la medalla plateada.
Los cuadros que se hicieron populares ya estaban afincados en sus barriadas, aunque River se mudó de La Boca a Palermo en 1923 y luego a Belgrano en 1938. Independiente hizo su estadio de cemento en el amateurismo, Huracán pasó de Pompeya a Parque Patricios y Atlanta finalmente se afincó en Villa Crespo para 1922 tras peregrinar por varios lugares. Tenían los mismos colores que ahora, ya se habían establecido la mayoría de los clásicos hoy vigentes y las transmisiones radiales arrancaron en esos años veinte.
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En 1930, la Argentina también fue subcampeona, pero en la primera Copa del Mundo, jugada en Uruguay. En el equipo nacional participaron todos futbolistas que jugaban en los equipos de los torneos que organizaba la Asociación Amateurs Argentina de Football, creada en 1927 para poder unificar a las dos entidades que estaban enfrentadas por cuestiones dirigenciales y jugaban un torneo cada una, por lo que entre 1919 y 1926 hubo dos campeones del fútbol local.
El profesionalismo de 1931 llegó tras marchas masivas de los futbolistas pidiéndolo, a tono con lo que pasaba en Europa. Lo único que se hizo fue legalizar los pagos que antes se hacían en negro y permitir las transferencias interclubes. Eso sí, las condiciones de trabajo de los hombres que pateaban la pelotita eran tan esclavizantes como antes. La nueva Liga Profesional funcionó en cuatro torneos, entre 1931 y 1934. No tenía ninguna categoría de ascenso. Fueron 18 clubes los que la crearon en tanto que los otros 17 que jugaron el torneo de Primera de 1930 quedaron en la vieja Asociación Argentina, aunque era la única reconocida por la FIFA.
Por lo tanto, como la Liga Profesional era una “liga pirata” no aceptada por la FIFA, esos primeros cuatro años no deberían tampoco contarse siguiendo el razonamiento de quienes se burlan del pasado de sus propios clubes.Porque era profesional pero no era legal. La consecuencia fue que para la segunda Copa del Mundo la Argentina pudo incluir jugadores del interior del país o de la vieja Asociación Argentina, reconocida por FIFA. El rutilante profesionalismo no participó y el país no superó la primera ronda, al caer 3-2 ante los rudimentarios suecos en Bologna.
Entonces, aquellos que disminuyen la importancia de los primeros años de nuestro fútbol, deberían borrar de sus archivos la final contra Uruguay de 1928, las dos primeras copas del mundo y claro está, los cuatro primeros años del profesionalismo no reconocido por FIFA. Y no mencionar, en absoluto, la famosa gira que hizo Boca por Europa en 1925 (reforzado por varios jugadores de otros equipos) que a su regreso lo convirtió en el cuadro más popular del país.
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No. Se empeñan en decir que antes no había reglamentos, que a veces había equipos que no se presentaban, que a veces no había árbitros (algo totalmente falso) y el ridículo argumento de que había partidos que se definían por número de córners, cuando esa curiosa disposición rigió exclusivamente para una copa, la Copa Escobar, que se jugó entre 1941 y 1949, en plena época del profesionalismo.
Aunque se ocupen de negarlo, ocultarlo o esconderlo, el enojo de varios negadores tiene que ver con que recién en la última década se pudo poner a punto toda la estadística completa del fútbol entre 1891 y 1934, gracias al esfuerzo enorme de muchos estadígrafos, historiadores y gente que atesora archivos y recuerdos con datos precisos. Se rompió la famosa grieta entre los sectores políticos del país y sus medios de comunicación, para unificar criterios y presentar los historiales completos entre los equipos que hoy se siguen enfrentando como hace un siglo.
Conocidos todos los números (aunque muchos ya los sabían) apareció una epidemia de enojos fogoneados porque se blanquearon definitivamente los títulos ganados por Racing (9), Boca (6), Huracán (4), San Lorenzo (3), Independiente (2), River (1), Quilmes (1), Gimnasia y Esgrima La Plata y Estudiantes de La Plata (1 cada uno). Eso, sumado al detalle de cada enfrentamiento con todas sus incidencias, modificó la creencia de que existían ciertas paternidades que resultaron no ser tan claras con los números exactos. Se trabajó para tener la historia completa, desde el inicio y con un acierto enorme.
Si la culpa la tiene el periodismo deportivo porque durante muchos años esquivó la dura tarea de la investigación sobre el amateurismo y su papel fundamental en el apogeo del fútbol, es real. Si faltó vocación, ganas, tiempo y dedicación de los propios periodistas para hacerlo y darlo a conocer públicamente, también es real. Se admiten las culpas atrasadas.
Que en el año 2019 haya medios que televisan los partidos y sigan suministrando datos negando el período entre 1893 y 1931 cuando se presentan los encuentros, es cuanto menos una falta de respeto a la enorme historia y a quienes hemos compilado todo. Y que en algunos casos, se nieguen a dar la información porque favorece al clásico rival, mucho peor aún. La necedad, la ceguera histórica y la tozudez son hermanas. Nada es más sencillo que contar la verdad, aunque a alguien no le guste. El fútbol de Varallo, de los hermanos Brown, de Perinetti y Ochoa, de Ohaco y de la Chancha Seoane, de Tesorieri y de Cherro, no lo merece. Ni ahora ni nunca.