En el diario La Tercera de Chile, publica sobre la goleada de Chile a Bolvia, el siguiente artículo:

Con un 5-0 sobre Bolivia, clasifica a los cuartos de final de la Copa América como líder del Grupo A. La mala racha de Sánchez quedó atrás con un gol y las culpas de una semana horrible se pagaron en la cancha.

Bienvenido Alexis Sánchez, la Copa América de Chile estaba esperándolo. Jorge Sampaoli, sus compañeros y toda la marea roja, también. Sólo necesitó 45 minutos para confirmar su condición de estrella, nunca discutida, pero sí enredada en su mala racha frente al arco rival. Apareció a tiempo, en un momento clave, cuando la escuadra nacional estaba en el suelo por la indisciplina de Arturo Vidal y cuando era imperante obtener una victoria convincente.

El Equipo de Todos se valió de su principal delantero para asegurar, antes del descanso, una ventaja de dos tantos, que se selló finalmente con un 5-0 claro sobre Bolivia. El resultado perfecto para redimirse después del papelón fuera de la cancha y, lo que también vale mucho, asegurar el primer lugar del Grupo A.

Dos remates al poste, diagonales, amagues, asistencias, derroche físico, pese a no llegar al ciento por ciento. Una palomita extraordinaria para marcar su primer gol en la cita que es anfitrión, el brillante 2-0 (37’). Alexis mostró todo el arsenal que lo convierte en uno de los delanteros más importantes del mundo, el que fue elegido el mejor refuerzo de la Premier League. Lo más importante, sin embargo, es que le sirvió para sacudirse la mufa que arrastraba hace un tiempo en la Roja y que, especialmente, le afectó en los dos partidos previos del torneo.

No hizo falta Arturo Vidal, quien jugó a otro ritmo. El volante no respondió en la cancha al perdonazo que le regaló Sampaoli, quizás con el espíritu perdido entre su culpa y los agradecimientos a un público incondicional, que lo recibió entre vítores.

No se le extrañó, en todo caso. Su rol en la mitad de la cancha lo asumió Charles Aránguiz. Se puede decir que el Príncipe ocupó el lugar del Rey. Y lo hizo con propiedad, anotando el primer gol a los 3 minutos de partidos (para sacarse de entrada todas las tensiones) y el tercero, a los 65’. A esa altura, la banca nacional ya había prescindido de Vidal y Sánchez, dosificando fuerzas para los cuartos de final, que también jugará en Santiago.

Bolivia nunca se vio muy apurada por dar vuelta el partido. Un poco por la enorme superioridad del dueño de casa y un poco porque entró a la cancha con  el segundo lugar de la zona ya confirmada, por el resultado previo entre Ecuador y México (2-1). Un premio más que suficiente para los altiplánicos en esta Copa.

Lo último, en todo caso, es cuento de Bolivia. Chile jugó su partido y su desafío desde un comienzo era golear. Un esfuerzo que agradeció la galería, con cánticos y “ceacheís” que no dejaron de sonar durante el partido. Coros dedicados a las figuras más valiosas, entre los que Gary Medel ocupa un lugar de privilegio. Y el Pitbull, justamente, respondió al homenaje de los fanáticos con el que hasta hoy es el mejor gol de la Copa América. Una jugada que inició él, que tuvo a Fernández y a Valdivia como eslabones, y que terminó el mismo guerrero con una definición de crack: 4-0, extraordinario.

En pleno himno nacional de las gradas, Ronald Raldes envió la pelota en propia portería. Fue el cierre de la goleada del torneo y el epílogo de una noche de reencuentro. Ahora vienen los cuartos de final, el miércoles, contra un rival por definir. Chile y Sampaoli encuentran la paz, sin inventos ni nuevos estilos. A lo Chile como exigía el estado de emergencia.