Publicó el diario “EL Colombiano” de Medellín:
Un gol de Orlando Berrío, cuando todas las ilusiones de Nacional en Copa Libertadores se estaban desvaneciendo, desató el éxtasis verde en el país gracias a que con ese tanto el conjunto antioqueño venció 3-1 a Rosario Central y avanzó a la semifinal del certamen, en la que enfrentará al Sao Paulo.
Una mano de Jonathan Copete que el árbitro uruguayo Daniel Fedorczuk consideró como intencional empezó aguando la noche al verde y esfumaba la ilusión de repetir un título de Copa Libertadores después de 27 años. Ese penalti, que fue capitalizado por Marco Ruben, a los 8 minutos del primer tiempo, obligaba a Nacional a marcar 3 goles para seguir de largo.
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En ese momento el conjunto antioqueño no bajó los brazos y apeló a su casta, jerarquía y valentía. Además, al aliento de una afición que nunca dejó de apoyarlo.
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Macnelly Torres empezaría a materializar la hazaña y logró el empate en el marcador (46’). Después, Alejandro Guerra, al comienzo del segundo tiempo (5o’), dio otro impulso a la fe de todos los hinchas nacionalistas.
La estocada la dio Orlando Berrío, demostrando porqué es el goleador en la era de Reinaldo Rueda. Cuando el tiempo expiraba y había lágrimas y caras largas, ya que se pensaba que el esfuerzo no iba a alcanzar, el cartagenero conectó un balón en el área para poner a Nacional en una semifinal de Copa 21 años después y para pensar que se puede reeditar lo hecho en 1989.
diario rosarino La Capital:
Seis minutos finales agregados. Fatales. Increíble pero cierto. Y lógicos por el devenir del partido. Aunque en el fútbol la lógica no es un común denominador. Pero Marco Ruben y Franco Cervi tuvieron en ese lapso el gol de la clasificación. Y lo dilapidaron. Justo ellos, los autores de tantas alegrías. Y en la jugada siguiente llegó el tercero de Atlético Nacional. Para terminar el resultado 3 a 1. Y así concluir el derrotero canalla en esta Copa Libertadores. En la que la impotencia derivó en el bochorno tras el partido. Tan injustificado cuando se trata de profesionales. Porque la pelea entre Mejía y Coudet tuvo su correlato en un escándalo innecesario. Porque ganar enseña. Pero la derrota aún más.
“Una mala noche te deja fuera de la Copa”, había dicho Coudet cuando pisó suelo de Medellín. YCentral la tuvo. Porque el equipo se desprogramó. No fue el de siempre. No supo y no pudo mantener la impronta que lo caracterizó. Los actores principales estuvieron lejos de sus actuaciones estelares. Sufrió otra baja por lesión, también en el primer tiempo, y este episodio fue casi determinante para el partido. Porque además el reemplazante fue nominal, porque no lo sustituyó en el juego. Y con todo esto, padeció los goles en los momentos estratégicos.
El fútbol es una película sin cortes. Un programa de televisión en vivo. Que no tiene manera de corregir los errores cometidos. Y cuando esto sucede en una competencia como la Libertadores, cuando las exigencias son muchas, el costo es demasiado alto. Tan alto que sólo se paga con la clasificación. Por eso contiene en su rodaje la tensión, el suspenso, el entusiasmo, la imagen más emotiva, la más triste, la menos deseada y también la más inesperada. Un filme con final incierto hasta que llega la última escena. La que tuvo como protagonista al conjunto colombiano.
En definitiva el actor principal de una noche increíble y tensa.
En esta instancia nada es sencillo. Más cuando un error tiene tan alto costo. Porque en un contexto de margen exiguo, todo puede ser decisivo. Tanto como quedar afuera o convertirse en semifinalista. Por eso un gol tempranero de Central a través de un penal estiró la ventaja preexistente. Pero en el toma y daca el empate de Atlético Nacional llegó cuando se diluía el primer tiempo. Circunstancias de un partido tan picante como tenso.
Por supuesto que la mano de Copete cuando se mandaba Salazar a los 7 minutos llegó como un paso fundamental para estar más cerca de la próxima estación, pero el empate en tiempo agregado en la parte inicial abrió un suspenso estremecedor en el Atanasio Girardot. Y para colmo, en el amanecer del complemento llegó el segundo.
Y ahí fue todo padecimiento canalla. Porque los colombianos quedaron a un tris del pasaporte. Y Central con muchos problemas de migraciones. Demasiados. Tantos que este viaje que había arrancado de maravilla terminó de pesadilla. Pero no por la derrota. Sino por la imagen del final, cuando la pelea no cambiaba ninguna historia, al contrario, le daba a la película un cierre lamentable.
Concluyó un ciclo en Central. Será tiempo de reprogramación. Aunque para ello tendrá tiempo. Ya que ahora deberá procesar el dolor de no poder llegar. Más allá de que transitar este camino le permitió volver a ser protagonista en una Libertadores. Aunque no haya llegado a semifinales.