COPA LIBERTADORES  ROUND

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Boca Juniors

Boca Juniors

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Palmeiras

Palmeiras

Marcos da Silva França   Lucas Rafael Araujo Lima 

No había un clima previo como los que acostumbra a deslumbrar la Bombonera. Esa que muchos minutos antes de que salgan al campo los equipos empieza a latir al ritmo de las canciones y los saltos inagotables. Esta vez, se respiraba tensión y preocupación. El hincha sabía que era un partido clave para las aspiraciones: ganando, la clasificación a octavos estaba casi sellada; perdiendo, había que preparar las armas para imponerse en Colombia. Y se sabe que este Boca , pese a que anoche cumplió 500 días como puntero nacional, últimamente no traslada una plena confianza. Especialmente en los partidos como los de anoche. Porque Palmeiras no era un rival fácil para Boca. Y esa sensación terminó haciéndose realidad: los de Guillermo perdieron un partido que era fundamental. Y, como se anunciaba desde hace varios partidos, Agustín Rossi tuvo una gran responsabilidad: apagó bruscamente el mejor momento de su equipo.

En algún que otro partido, la gente había desaprobado su juego con los pies. De hecho, anoche, en el primer minuto, paralizó los corazones xeneizes cuando rechazó con Keko encima y casi comete un blooper que estuvo cerca de terminar en gol. No obstante, será difícil encontrar una respuesta coherente que explique lo que decidió hacer a los 22 minutos del complemento: salió afuera del área a cabecear un pelotazo, chocó y lastimó a Vergini, dejó corto el rechazo y, en la desesperación, nunca reaccionó para retornar al arco luego de varios rebotes: se despertó cuando el sombrero de Lucas Lima, la figura de Palmeiras, estaba a pocos metros de inflar la red y sacudir a la Bombonera.

Fue un típico partido de Libertadores: con un primer tiempo en el que ambos equipos abusaron de estudiarse sin ser abrumadores contra el arco contrario. Así, se distribuyeron el dominio de la pelota. Sin oportunidades concretas, a los dos les faltó profundidad: los brasileños no tenían otra herramienta que el disparo siempre desviado desde media distancia, mientras que al xeneize le faltaba el último pase para que todo sea totalmente claro.

Bastaron dos distracciones de los hombres de los Mellizos para que el elenco paulista se pusiera en ventaja sin mérito alguno a falta de cinco minutos para el entretiempo. Primero, Emmanuel Mas se relajó pensando que la jugada finalizaba en un lateral y, en efecto, le dejó muchos metros libres a Marcos Rocha para que coloque un centro exacto a las espaldas de Leonardo Jara: Keno, el volante por la izquierda, la cruzó de cabeza y abrió inesperadamente el marcador. Pero para Boca lo peor llegó un minuto después, cuando Ramón Ábila erró un gol imposible casi adentro del arco de Jailson. Tevez guapeó en la puerta del área, Pavón lanzó un centro raso potente y, luego, la historia contada.

El arquero de Boca, en el complemento, hizo el resto. Boca jugó una mitad de segundo tiempo para empatar e intentar ganarlo. Aún con la ventaja de que el juez chileno Tobar le perdonó la vida a Magallán, que a los dos minutos debió irse expulsado. Con todo, los de la Ribera fueron a buscarlo: una volea de Pavón adentro del área que pasó cerca, una buena maniobra de Pablo Pérez que, con zurda, estuvo a centímetros de colocarla en el segundo palo, un cabeza de Nández por encima del ángulo y un remate furioso del ‘7’ bravo, desde la izquierda, que Jailson sacó espectacularmente. Era el mejor momento boquense, pero el N°12, ese bendito número azul y oro, esta vez jugó en contra con un error que, a algunos, le hará recordar a Agustín Orion. Ahogó el ánimo de Boca y lo pone en aprietos: probablemente debe buscar una victoria obligada en Barranquilla, en una semana.