Instituto se entrenó esta mañana en La Agustina y el entrenador Darío Franco se retiró preocupado por las bajas que tendrá el equipo para visitar este sábado desde las 15.30 a Aldosivi.
El volante Marcos Aguirre, con un problema en el aductor, no

podrá jugar ante el “Tiburón”. Su lugar podría ser ocupado por Gonzalo Piermarteri.
Por otra parte, el delantero Javier Velázquez está en duda por una fuerte contractura y hoy trotó alrededor del campo de juego.
En contrapartida, estarán a disposición del DT el defensor Leonardo Sánchez (cumplió su sanción) y los volantes Maximiliano Correa y Gonzalo Bazán, recuperados de sus lesiones.
El plantel hoy trabajó en dos grupos, uno al mando de Hernán Franco y otro con Alberto Gómez.
Mañana, miércoles, el entrenador Darío Franco ordenará una práctica formal de fútbol en Alta Córdoba donde definiría el equipo para visitar a Aldosivi.
Nahuel Roselli
En el Tiburôn, Nahuel Roselli reconociô en La Voz del Estadio por radio Brisas que ya está en condiciones de reaparecer, sin secuelas del desgarro, aunque, lôgicamente, falto de fútbol.
Villalba hará dupla con Zunino como zagueros centrales y Leandro Aguirre volverá a marcar la punta izquierda. Lamberti y Galvàn para el doble 5 y no sería de extrañar que Secaffién y Uribe, tengan su oportunidad desde el vamos.

LA COLUMNA “CRÍTICA” de Enrique Vivanco en la Voz del Interior sobre el presente y el “estilo” de juego de Instituto:
¿Es necesario que un equipo siempre intente salir jugando desde su defensa para ser considerado un buen equipo? ¿Ese método garantiza una llegada profunda al arco adversario? ¿Su aplicación casi obligada en Instituto no dio aviso ya a todos los técnicos y jugadores adversarios sobre su neutralización?
Julio Chiarini toca la pelota a un costado y la recibe Raúl Damiani; este se la cede a Javier Báez o a Leonardo Sánchez según quién esté a su lado; el ocasional receptor la entrega a su compañero de zaga que bien puede ser Nicolás Delmonte o el que Darío Franco haya elegido para la oportunidad, y el susodicho cumple con lo practicado durante la semana tocando hacia el costado izquierdo en donde casi siempre ha aparecido como titular Roberto Floris.
Este movimiento de traslación de la pelota o su revés; o el que bien puede iniciar Federico Vismara, casi en la misma línea que los defensores, es algo habitual en el césped de Alta Córdoba, supervisado siempre con ojo de halcón por su director técnico. Es el mismo movimiento que muchas veces termina en murmullo en la tribuna porque la acción en su temeridad concluye con la intercepción del balón de un rival y en la salvada de Chiarini o en el gesto extremo de un defensor sacando ese mismo balón antes perdido al córner o a cualquier otro lugar que no sea el arco.
Y la pregunta es: ¿por qué? ¿Por qué esa tendencia al fundamentalismo? ¿Por qué el enojo del entrenador cuando no se respeta ese dogma? ¿Por qué Instituto ha recibido goles ante Gimnasia y Esgrima de Jujuy y Olimpo de Bahía Blanca, el sábado anterior, entre otros grandes sustos, por radicalizar un sistema que debería ser opcional y flexible, según las características del rival y del partido?
¿Este intento conjunto de elaboración de juego no podría perfeccionarse desde mitad de cancha hacia adelante, ya que por lógicas cuestiones geográficas, la pérdida de una pelota no traería tantos dolores de cabeza?
Pero ese es un detalle (no menor, es cierto) en la generosa oferta del entrenador de Cruz Alta. Siempre fiel a sus principios que intentan respetar el toque, el plantel glorioso se integró esta temporada por una mayoría de jugadores que tratan bien la pelota.
En consecuencia, Instituto plantea un juego abierto, de golpe por golpe, pero sin ningún filtro de obstrucción para el adversario antes de llegar a los marcadores centrales.
Vismara, Aguirre, Bazán, Bernardi y Piermarteri no reniegan del sacrificio pero no tienen ninguna actitud para la marca. Los volantes muchas veces acompañan pero sin entorpecer de ningún modo las acciones ofensivas de quienes tienen enfrente. (Se recuerda en ese sentido el sacrificio muchas veces descomunal en la temporada pasada de Ezequiel Videla en el centro, más el acompañamiento de Alejandro Gagliardi.)
Así, Instituto, al que también le falta un líder que transmita nervio y temperamento, hace lo que puede (y algunas veces bien) para intentar la victoria, pero ofrece, como se apuntó, una gama variada de oportunidades para que sus rivales no se vayan con las manos vacias cuando lo enfrentan.
¿Darío Franco ajustará la estructura para tratar de hacerla menos permeable? ¿Estará en su cabeza producir algún cambio importante de acuerdo a los resultados y la pobre campaña? El dilema no pasa por ejecutar un fútbol más ordinario y sin matices sino mejorarlo para convertirlo en una pieza más sólida y confiable.
Vale subrayarlo: ningún equipo ha recibido una medalla al mérito por sus loables acciones defensivas de toque pulcro y traslado prolijo.
Lejos de cualquier pretensión conservadora u ordinaria de juego, el concepto más apropiado al deseo de sus hinchas es observar un equipo práctico, más aguerrido, que tanto más busque mejorar su camino al gol, empeore el de su contrario y no haga sufrir tantos corazones por cumplir recetas no siempre imprescindibles.