publica el diario La Gaceta:
Éxtasis. Locura. Ansiedad. Dudas. Temor. Locura de nuevo. Éxtasis de nuevo y mucha fiesta al final. De pe a pa, Atlético escribió en su libro de historia una de las fábulas que más le gusta relatar cuando el tiro no sale por la culata. Le ganó a San Martín. Al enemigo de toda la vida, sí. Lo dejó en banda, sin nada en esta Copa Argentina que sólo tenía boleto permitido para uno, y ese ticket quedó en manos del “decano”.

La sensación de principio a desenlace fue que el anfitrión armó y desarmó su propia película de acción. Fue superior, dominó. De hecho, no goleó porque Ojeda demostró ser un tremendo arquero que salvó del infierno en más de una al “santo”. Pero el duelo terminó 3 a 1, con olorcito a buen resultado, aunque la TV castigue la jugada desequilibrante de los 101 minutos de partido: el 2 a 1 de César More, a los 89′. ¿Por qué? Porque según la repe en cámara lenta “Flecha” estaba adelantado cuando consolidó la gran maniobra de Bustamante, bloqueada con anterioridad por la “Araña” Ojeda.

La culpa no fue de Maglio, ni de San Martín. Hubo un error de un asistente, y ese error le costó al derrotado. Su caída también puede asociarse a la decantación. San Martín fue superado, sólo por momentos emparejó y hasta guapeó. Aunque casi todo el juego corrió de atrás.

Empezó perdiendo desde el vestuario. Montiglio, un Montiglio diferente al displicente de presentaciones anteriores, tejió una gran gambeta. Llegó al punto donde levantó la cabeza y puso la pelota donde debía: en la humanidad de Pereyra. Gol y a festejar. Iban 12′ del primer tiempo. Faltaba una vida. Sin embargo, Atlético empezó a convertirse en boxeador de mano débil. Golpeaba, golpeaba y no volteaba. Entonces “Nico” Roldán hizo lo que su padre sabía hacer como nadie. Asustó con un tiro libre en el palo y luego con el pase a la cabeza de “Ratón” en el 1 a 1. Empate y a empezar de nuevo.

Iban 40′ y el dueño de casa recibía el golpe menos pensado. Para colmo, sobre la hora del descanso, “Pulguita” hizo expulsar a Vera y luego falló el penal que el propio “Chocolatín” le había hecho. No lo erró, Luis Miguel, fue el “Pulpo” quien voló hacia su derecha antes de comerle el festejo al goleador de la B Nacional. Un baldazo de agua fría. Eso. Atlético entró en un limbo, en una meseta de inseguridad.

No sufría en el arco de Lucchetti, sí arriba. No enganchaba una. Bustamante se encargó de levantar las pulgas. Se adueñó de la bocha cuando quemaba, buscó su espacio y probó. More lo apuntaló en el 2 a 1 y Cobelli le dio su merecido premio: el pase gol de 3 a 1 del éxtasis.

Sin entrar a detallar fallos polémicos (errar es humano), dio la sensación de que Atlético hizo y deshizo en el partido. Pudo definir rápido, pero se complicó y le dio vida a San Martín. Pero sobre el final despertó y acomodó los tantos.

Los cambios fueron clave también. A “RR” sí que le dieron frutos. More, el primero en entrar, puso el 2-1 agónico; Bustamante, el segundo, marcó el 3-1, que nació en el pie de Cobelli, la tercera variante que hizo el técnico.

No hay mejor envión que ganarle al rival de toda la vida. Atlético se inyectó de éxtasis, un elixir que deberá derrochar con su fútbol en la B Nacional. El domingo debe vencer a Aldosivi y después pensar en Gimnasia (LP) y en Central.

Que el tropezón en La Ciudadela no sea caída. En Bolívar y Pellegrini deben resetear la memoria y enfocarse en Maipú, de Mendoza, el enemigo del domingo. En cuanto a lo futbolístico, hubo hombres que fallaron.