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Artículo del Dr Juan Manuel Herbella en 442 de Perfil:
Llámase tiempo a una magnitud de carácter físico que permite ordenar la secuencia de los sucesos, algo que permite establecer un pasado, un presente y un futuro. Ese tiempo avanza sin que podamos evitarlo y sin que logremos que se desarrolle más rápido o más lento.

Juan Román Riquelme y Carlos Bianchi han probado ser “maestros” en el arte de manejar el tiempo: demostraron, tanto dentro como fuera de la cancha, saber cuándo copar la parada y cuándo defenderse, cuándo primerear para acelerar el juego o
cuándo parar la pelota y serenarse, hasta que llegue un mejor momento. En el fútbol, la importancia de conocer el “cómo hacerlo”, se diluye en aquellos que no saben manejar el “cuándo hacerlo”.

Bianchi, Riquelme y Boca tienen algo en común: un pasado glorioso e imborrable. El equipo conducido por el primero desde el banco y por el segundo desde dentro del campo de juego fue uno de los mejores de la historia de Boca. Los jugadores entraban y salían al ritmo que indicaba el entrenador y el equipo no perdía su fisonomía ni dejaba de obtener resultados. El deporte profesional nunca ha permitido vivir de recuerdos pero está dicho que, pese a no tener sustento estadístico, repetir la historia a través de los mismos protagonistas, ha sido uno de los recursos preferidos de los dirigentes de fútbol ante un mal momento. Curiosamente, el refrán que alude a que “las segundas partes nunca fueron buenas” no se aplicó a Bianchi ni a Riquelme, ambos volvieron en distintos momentos y lo hicieron con éxito.

A finales de 2012, en el centro de la Bombonera, la dirigencia de Boca presentó el tercer período de Carlos Bianchi al frente del equipo. El hincha soñaba que el retorno del Virrey llenara el “vacío” de Riquelme y facilitara su tercer regreso, pero los tiempos de Román no eran los mismos del equipo.

A poco más de dos meses, la colorida presentación es un idílico recuerdo. El presente de Boca es inimaginado. Riquelme se perdió la pretemporada por decisión propia y recién volvió a entrenarse cuando comenzó el campeonato, supuestamente al sentirse afectado por la derrota en el último superclásico de verano. El equipo arrancó mal: sacó un conejo de la galera para ganarle a Quilmes, empató con Tigre, perdió en el debut por la Copa y el fin de semana pasado, por el campeonato, frente a All Boys.

El lunes arrancó con una reunión entre Bianchi y sus jugadores. El futuro no da respiro, las necesidades apremian: en la semana visitará a Barcelona (Guayaquil-Ecuador) por la Copa y el fin de semana recibirá a Unión. ¿Cómo, dónde y cuándo comenzará el cuarto ciclo de Riquelme con la camiseta de Boca? Es la pregunta que se hacen todos pero a las que sólo Riquelme y Bianchi tienen respuesta. La recordada frase en conferencia de prensa “Le hubiera hecho bien la pretemporada y estaría mejor que como se encuentra ahora”, es un indicio de la intención original del entrenador, pero las circunstancias han cambiado y es probable que vuelva antes de tiempo

No jugar, ni entrenarse normalmente dentro de un plantel de fútbol, es un factor que condiciona y que ningún esfuerzo con amigos puede compensar. Los tiempos biológicos no se modifican fácilmente y para hacerlo se requiere de un físico privilegiado y un gran esfuerzo. El mundo del fútbol está esperando ver su regreso, Bianchi lo sabe, también lo sabe el propio Riquelme. “Voy a entrenar con el profe y después Carlos decidirá cuándo quiera contar conmigo. Lo bueno es que me va a exigir al máximo”.

El tiempo no es un “objeto” que pueda ser estudiado, pero su paso nos permite observar que el Universo ha cambiado. El exquisito arte de manejarlo correctamente, es uno de los factores que permiten mantenerse vigente. Ya han pasado más de doce años desde el final del primer ciclo en común en Boca (la final de la Intercontinental ante el Bayern Munich) pero el hincha lo recuerda como si hubiera sido ayer. El tiempo pasa para todos pero no cualquiera puede manejarlo a la manera de Bianchi y Riquelme. Llegó el momento de brindar una nueva prueba.