En marcha.org apareció el,siguiente anàlisis sobre el romance entre Riquelme y los hinchas de Boca bajo el título: “Se rompió la Unidad Defensora” , por Por Patricio Klimezuk. El 10 dijo que mantendrá la decisión que tomó en el Estadio Pacaembú, el día en que Boca perdió su séptima Copa Libertadores de América. La reacción de los hinchas permite concluir que ya no existe unanimidad en su defensa.

La espera se terminó: Juan Román Riquelme, uno de los más grandes ídolos del pueblo xeneize, confirmó que no volverá a calzarse la camiseta con la que tantas alegrías le dio a los hinchas y abrió un debate entre sus fanáticos, que exceden en mucho a los
bosteros, pero que tiene a estos últimos como principales protagonistas.

La información la brindó el sábado el propio jugador, que luego de reunirse con el técnico, Carlos Bianchi, y con el presidente de la institución, Daniel Angelici, aseguró en diálogo con la prensa que “no voy a jugar en Boca, hace seis meses tomé una decisión y es difícil que la cambie”. El crack agregó: “Amo a este club, tengo muchos recuerdos y cosas vividas muy lindas, pero tengo palabra”.

Cabe recordar que de esta manera el jugador reafirmó la decisión que había tomado luego de la derrota de Boca a manos del Corinthians en la final de la Libertadores. Ese día, Román patentó, fiel a su estilo, una nueva frase cuando dijo que iba a estar agradecido “por siempre” a Boca “pero el compromiso que tengo es grande, me siento vacío y no tengo más nada para darle”.

El primero que salió a fijar posición sobre el tema de forma pública fue el entrenador del equipo de la Ribera: “Es un hombre de palabra y no podía ir en contra de lo que había dicho. En vez de criticarlo habría que aceptarlo y tener respeto por su decisión. En mi caso particular, lo respeto cada día más a Román”, señaló Carlos Bianchi, que volvió después de muchos años al club y que pensaba contar con Riquelme en un plantel que tiene la mente puesta en varios frentes: el campeonato local, la Copa Libertadores (como siempre, el principal objetivo) y la Copa Argentina.

En cuanto a los hinchas, las opiniones que pudimos recoger desde Marcha divergen en la consideración sobre las tratativas que se llevaron adelante y en puntualizar las responsabilidades del caso.

Esquemáticamente podríamos dividir en tres las reacciones: una primera que continúa respaldando a Riquelme, basando sus principales argumentos en las alegrías que el jugador les dio, rememorando sus extraordinarias hazañas deportivas (entre las que se destacan inolvidables partidos –con River en el 2000, con Real Madrid en la final de la Intercontinental de ese año y con Palmeiras en 2001, por ejemplo- y su excelsa participación en la Copa Libertadores 2007) y criticando duramente a la dirigencia actual del club (algunos no ahorrando críticas al ex entrenador, Julio Falcioni); un segundo grupo, si se quiere el más callado y el más desilusionado, que sin criticar ni dura ni públicamente al crack, considera que se equivocó en la decisión y que se puso por encima de la institución, lo que para cualquier simpatizante de un equipo es algo inaceptable (según me explicó un amigo perteneciente a este grupo es la sensación de un amor no correspondido: después de haberlo defendido a capa y a espada, él no aceptó volver); y un último sector (entre los que éste cronista se incluye) que desde hace algún tiempo viene reprochando actitudes de Riquelme y que había roto definitivamente con el jugador el día que abandonó la institución después de un pobrísimo partido individual y colectivo ante el Corinthians, sin desconocer su calidad deportiva y sin sacarlo de la lista de los mejores jugadores que ha tenido Boca Juniors en su historia.

Es por eso que la decisión de Juan Román Riquelme deja una certeza para cualquier analista: lo que se rompió fue la cerrada defensa que hacían los hinchas de Boca (y algunos no simpatizantes del club) del crack.

Román es para gran parte de los hinchas el mejor jugador de la historia del club, superando incluso en la consideración al mejor jugador de la historia del fútbol mundial, Diego Armando Maradona, confeso simpatizantes xeneize y campeón en el Metropolitano del año 1981, con varias vueltas a la institución durante los `90.

En ese sentido, cuando Riquelme y Maradona rompieron su relación, que había tenido como máximo momento emotivo la despedida del Diego en cancha de Boca de la que participó Román, y ante la presencia de ambos (uno como jugador y el otro como hincha), exceptuando la barra y algunos pocos fanáticos más, la enorme cantidad se expresó a favor de Riquelme, en uno de los golpes más duros que haya recibido Maradona del público argentino y bostero en particular en toda su vida.

Obviamente, la defensa tenía sólidos argumentos deportivos. Más allá de la histórica vinculación de Boca con la famosa garra, lo cierto es que por el club pasaron jugadores de enorme talento. Riquelme apareció en un momento difícil, en el que River ganaba títulos y Boca perdía campeonatos casi ganados, deslumbró por su prestancia, visión de juego y calidad, y, sobre todo, participó del “ciclo Bianchi”, momento en el que la institución obtuvo en un período corto de tiempo gran cantidad de logros.

Aquél amor unánime, aquella gesta que logró Riquelme de ponerse por encima de Diego, se rompió el sábado, y efectivamente a Román, que seguirá en el recuerdo de todos por su notable desempeño en el campo de juego, le costará mucho recuperar el corazón de todos (o casi) los hinchas xeneizes.