Fuente; en junio, diario Perfil

Maximiliano Comba nació hace 24 años en la pequeña localidad de La Cautiva. Y desde niño se destacó jugando a la pelota. Aunque, en realidad, a él mucho no le gustaba. A “Maxi” le agradaba más las cosas del campo, andar correteando atrás de su papá Francisco Alberto o de sus hermanos mayores. “Nunca pensé que fuera a jugar al fútbol. Mi familia son todos gauchos, se dedican a los caballos, a las domadas… Y mí también me gustó siempre eso. Me encanta el campo… Es más cuando me iban a buscar para jugar a la pelota, a veces, me escondía debajo de la cama para no ir”, relata Comba en diálogo con PERFIL Córdoba. Pero un día la vida campestre y la pelota se unieron. Aunque no fue un click. Hubo todo un proceso. Cierta vez siendo un niño, jugando a la pelota en el campo lo vio un hombre y le propuso de ir al club Estudiantes de General del Valle. Aceptó la invitación y estuvo hasta los 12 años. Luego se fue a San Martín de Vicuña Mackena y jugó hasta los 15. Pero a él le gustaba más estar en el campo, andar en el tractor. Entonces dejó el fútbol y se puso a trabajar junto a su padre. Pasó el tiempo y otra vez apareció don Leonardo Rufinengo (“Ese hombre es fundamental en mi vida futbolística, siempre me insistió”, relata el mediocampista). Rufinengo le reiteró que tenía condiciones, que tenía que seguir con la pelota. Y entonces volvió a aquel equipo de la niñez. Al poco tiempo, siendo un pibe debutó en el primer equipo y comenzó a recibir un sueldo. Entonces Comba cambió de parecer y empezó a ver que podía trabajar de jugar a la pelota. Le fue bien, lo fue a buscar Recreativo de Jovita, donde salió campeón. Posteriormente retornó al equipo de Vicuña Mackena para jugar en el Federal C. Y siempre destacándose. Salió campeón de la Liga de Río Cuarto con ese equipo y empezaron a aparecer las ofertas de equipos que jugaban en el Federal B. Algo inédito e increíble, en aquel momento, para él. Y así apareció Estudiantes de Río Cuarto, donde, desde hace dos años y medio, poco a poco se fue haciendo un hombre importante de la institución y en la última temporada fue figura en el Federal A con grandes actuaciones con la casaca celeste. Lo que ha provocado que muchos clubes de categorías superiores se interesen en él o al menos lo tengan en carpeta. Tanto es así, que en los últimos días su apellido sonó en Instituto y en Belgrano. Pero no sólo en Córdoba han puesto los ojos en él, ya que, según averiguó PERFIL Córdoba, un club porteño de la Primera División también lo tiene en sus planes. “Es muy lindo que clubes tan grandes se fijen en mí. Hice un gran sacrificio para hacerme un nombre. No hay que volverse loco y estar tranquilo, tengo contrato por dos años más con Estudiantes, donde me quieren mucho”, cuenta feliz. “Todos queremos creer en lo imposible, supongo, convencernos de que pueden ocurrir milagros”, escribió Paul Auster en “El libro de las ilusiones”. En la misma sintonía, una vez que la pelota comenzó a rodar, y él fue escalando divisiones, Maxi empezó a creer en esos ‘imposibles’. Y aunque hoy no se marea con los nombres de los clubes que parece que lo pretenden, se anima a soñar. “Yo dejo que el fútbol y la vida me sorprendan”, cierra. “Pude jugar con mi ídolo: Pablo Aimar” Maxi Comba tiene expectativas de cara a lo que pueda ser su futuro deportivo. Por estas horas su nombre y apellido aparece nombrado en el interés de varios equipos. Pero él prefiere ir con cautela. Y para exponerlo, cuando se lo consulta sobre sus sueños en el fútbol, cuenta: “Dejo que el fútbol me siga sorprendiendo. Me di el lujo de estar en la despedida de Pablo Aimar, que nunca en mi vida se me hubiese pasado por la cabeza estar jugando al lado de quien fue mi ídolo de chico. Estar al lado de él, tenerlo tan cerca fue increíble. La vida y el fútbol te sorprenden”. Y a propósito de ese partido que se dio por Copa Argentina, frente a Sportivo Belgrano de San Francisco y en el estadio de la avenida España, Comba relata: “No lo quería molestar, me daba vergüenza, todos se querían sacar fotos con él. Hasta que me animé y le pedí una foto. En la cancha nos daba indicaciones, un fenómeno. Fue hermoso. Y me toca jugar con el hermano (Andrés), que es otro maestro, una persona increíble, que siempre me trató muy bien”. (Fuente www.perfil.com). El periodismo profesional es costoso y por eso debemos defender nuestra propiedad intelectual