Independiente, en el mítico Maracaná, se consagró campeón de la Copa Sudamericana al empatar 1 a 1 – tras ir en desventaja – y el “guapo” Barcos, que con 18 años de edad, pidió la pelota, y pateó el penal consagratorio.
Un encuentro rodeado de vicisitudes, angustias, incertidumbre, represión policial, egoísmo dirigencial de los brasileños, irresponsabilidades en los que viajaron sin tener su ticket, y comenzar perdiendo el partido. Así y todo, el rojo con mística e historia copero, y con la presencia emocionante del Chivo Pavoni, Pepé Santoro, Daniel Bertoni, y el hijo de Ricardo Bochini, rompió con los prejuicios contra un DT que no jugó al fútbol, al que se le reían por implementar drones para analizar las prácticas y su pasado en el hóckey, como Ariel Holan, que fue el más enloquecido de los hinchas al terminar el cotejo. También dejó un mensaje ” tengo que hablar con mi familia para saber si sigo Nuestras vidas se hicieron muy incómodas.- Duras todo este tiempo. Veremos” en clara alusión a los aprietes de los barras, y unos cuántos etcéteras que ahora no vienen al caso.
Paquetá adelantó al local a los 30′ y Ezequiel Barco igualó de tiro penal nueve minutos después.
Fue un partidazo de ida y vuelta, con claras situaciones para ambos, aunque el temple y el esfuerzo de los jugadores de Independiente dieron sus frutos a lo largo de 90 minutos.
Como en 1995, el Rojo se hizo enorme en Brasil y sumó otro trofeo internacional a su rica historia copera.