Los millonarios se impusieron 2-1, con tantos de Ignacio Scocco e Ignacio Fernández, y concretaron al defensa del título; los tucumanos, que descontaron con un gol de la Pulga Rodríguez aspiran en Mendoza a su primera copa nacional
2
1
“Irnos con una sonrisa y preparar el 2018 de otra manera”, fue la premisa que Marcelo Gallardo planteó en su última conferencia de prensa, sin esquivar el irregular presente futbolístico. Y su equipo, repleto de altibajos en un fiel reflejo de lo que fue el semestre, le respondió: el 2-1 ante Atlético Tucumán, en Mendoza, le permitió sumar el séptimo título desde que es técnico de River hace tres años y medio (quedó a dos de distancia de Ramón Díaz, el máximo ganador de la historia) y obtener su séptimo triunfo de las diez finales que disputó.
Ahora, además de la Libertadores 2018 y la necesidad de recuperarse en la Superliga, el Millonario volverá al trabajo el 2 de enero próximo y encarará la pretemporada en los Estados Unidos del 5 al 17 sabiendo que deberá jugar ante Boca por la Supercopa Argentina -se disputaría en febrero-, un torneo que le fue esquivo las dos veces que lo disputó.
Pese a que River llegó a la final de la Copa Argentina a paso firme y con show de goles (venció 3-0 a Atlas, 4-1 a Instituto, 3-0 a Defensa y Justicia, 4-1 a Atlanta y 3-0 a Deportivo Morón), el duelo frente a Atlético Tucumán le costó más que cualquier otro.
Así, la primera etapa se puede resumir en un gesto de Marcelo Gallardo cuando quedaban cinco minutos para el entretiempo: tras una pelota que perdió su equipo en ataque y una protesta por una supuesta falta, reventó una botella de agua en el suelo. Impotencia total: después de lograr el 1-0 con un cabezazo de Scocco en los 10 primeros minutos con juego e intensidad, River repitió errores, brindó muchas ventajas defensivas, se quedó sin ideas y le permitió empatar enseguida al Decano con un gol de Luis Rodríguez.
Pese a no tener el dominio del balón, los tucumanos complicaron siempre a los millonarios, especialmente con los ataques por las bandas. Saracchi y Montiel sufrieron el retroceso, y tanto Maidana como Pinola se mostraron lentos e imprecisos al marcar y jugar la pelota. Así, con buenas tareas de Barbona, Grahl, Núñez y Álvarez en el medio campo, el conjunto tucumano se acomodó y lastimó, al punto tal que contó con tres claras situaciones de gol para establecer el 2-1 que desperdició.
River sólo encontró un poco de lucidez en los pies de Enzo Pérez y Scocco, pero se quedó sin reacción cuando le empataron el juego, manejó mal la pelota y volvió a ser un equipo largo, previsible y poco confiable. La reacción la consiguió no bien salió al campo de juego para jugar la segunda mitad: a los dos minutos, Saracchi envió un potente y largo centro que bajó Nacho Fernández, quien estampó un golazo de zurda para poner el 2-1, ante la estática mirada de los defensores tucumanos.
A partir de allí, se acomodó y sólo sufrió cuando Maidana perdió una pelota en la salida y Rodríguez falló frente a Bologna. Luego, controló el segundo tiempo, tomando recaudos en la zona defensiva y siendo más inteligente para distribuir la pelota, con el buen ingreso de De La Cruz. Pese a que Scocco, de lo más incisivo del equipo, falló una increíble situación de gol para estirar la diferencia a 3-1, el resultado nunca pareció estar en riesgo.
Gallardo, Enzo Pérez y Scocco se fueron ovacionados, el público aplaudió a Ponzio más que a nadie y River terminó festejando en Mendoza la séptima Copa de un ciclo que continúa siendo exitoso. Desde 2014 (dos títulos con Ramón Díaz y uno con el Muñeco), el equipo de Núñez no pasa un año sin festejar, ya que consiguió tres en 2015, dos en 2016 y el de ayer en 2017.
Quizás, el bicampeonato de la Copa Argentina -es el primer equipo que lo logra y, además, con el récord de 12 victorias consecutivas en los 90 minutos- que obtuvo anoche es la corona menos festejada desde la asunción de Gallardo. El golpe que le dio Lanús en la Libertadores, la caída con Boca en el Superclásico y el mal presente en la Superliga hicieron que el triunfo ante Atlético Tucumán fuera más una necesidad que un logro. A partir de ahora, deberá enfocar su trabajo para cambiar su imagen y mejorar. Pero empezará las vacaciones y la pretemporada con una sonrisa, tal como quería el DT