HOY SE CUMPLEN 20 AÑOS SIN QUE SE JUEGUE EL CLÁSICO:
Andrés Burgo ( Así. Sin “S” final) es un periodista que trabajó en los últimos años para TyC Sports; también para la radio de Mario Pergolini: Vórterix, Escribe para varios diarios y revistas de Argentina y de Latinoamérica, escribió libros como por ejemplo: ” El último Maradona”; “Cuando a Diego le cortaron las piernas”, y entre sus últimas obras literarias econtramos un sabrosísimo “EL PARTIDO”, que data del antes, durante y después del Argentina – Inglaterra del Mundial 1986, verdaderamente imperdible por el bagaje de anécdotas en primera persona de los protagonstas de ambos equipos de aquel día, y con el gran talento de su pluma.
Burgo, nos sorprende en Mar del Plata, con este artículo publicado en Pagina 12 primero, re publicado por la revista Un Caño en su ahora única versión (digital) y amerita, a un par de semanas del aniversario, que casi nadie recuerda como fecha entre las efemérides Marlatenses: Aquí su columna:
El próximo 10 de agosto, a una hora en que no haga demasiado frío, un grupo de futboleros podría levantar un monolito en la entrada a Mar del Plata. Una plaqueta de bronce debería decir: “Bienvenidos a la ciudad del clásico prohibido hace 20 años”. Y un subtítulo no estaría de más: “Aldosivi-Alvarado no se enfrentan desde el 10 de agosto de 1997. Ni siquiera en amistosos. El odio es más fuerte”.
El clásico rosarino se merece una serie de Netflix que podría llamarse “el clásico”. Los Newell’s-Rosario Central son viscerales, exceden el límite, pero al menos se juegan. Los Alvarado-Aldosivi no.
Antes de la primera edición de la Copa Argentina, en 2011, representantes de la competición (hoy a cargo de Torneos) contactaron a encargados de seguridad para diagramar el fixture.
Insospechadamente, recibieron el visto bueno para organizar el clásico que quisieran: River-Boca, Newell’s-Central, Dock Sud-San Telmo o San Martín-Atlético Tucumán.
Después, si el partido era adelantado a primera ronda o postergado hasta la final, dependería de lo que la organización creía conveniente. Pero en Mar del Plata la policía dijo no: que no podría organizarse Alvarado-Aldosivi. Y no hubo forma. Tampoco ahora. Palestina-Israel no sería tan difícil.
En la última edición del único clásico proscripto, en 1997, las hinchadas se corrieron por toda la ciudad (y es como si todavía se estuviesen persiguiendo por el Casino y los lobos marinos). La tirria entre Aldosivi y Alvarado había durado menos de diez años pero había sido demasiado intensa: todo ocurrió en los 90, tiempos marginales, tiempos violentos. El clásico nació en 1989 después de que un partido que terminó en incidentes. Desde entonces jugaron 23 veces y cada clásico fue un espiral consumiéndose hasta que todo estalló el 10 de agosto de 1997.
La liga marplatense los mandó al exilio, a los torneos del Interior de la AFA. Más adelante volvieron al torneo local, pero sin enfrentarse: fueron colocados en grupos diferentes. Hoy ni siquiera podrían encontrarse: Alvarado participa en la liga de Mar del Plata con un equipo B mientras Aldosivi renunció y destina sus jugadores a las inferiores de AFA.
Por torneos de la AFA tampoco se volvieron a cruzar y parece difícil: Aldosivi descendió a la B Nacional y Alvarado padece en el Federal A. Y ni siquiera en amistosos volvieron a enfrentarse: Mar del Plata será la ciudad de los clásicos de verano, el lugar donde juegan River-Boca o Independiente-Racing, pero esos son clásicos del sistema y Alvarado-Aldosivi es antisistema. Distinto a todos y prohibido como ninguno. Organizar un Aldosivi-Alvarado debe ser lo único que Torneos no pudo en el fútbol argentino.
*Artículo publicado originalmente en el suplemento Enganche del diario Página 12