El tenista mallorquí Rafael Nadal, logró por sèptima vez en su carrera, el título de campeón de Roland Garrós al vencer hoy, en el último set a Djokovic por 7/5, piesto que por llubia, ayer, se postergó el cotejo para este lunes.
El periodista David Menayo, del diaio Marca, escribió, bajo el título “El 7 de España”, que Rafael Nadal sigue escribiendo en la historia del tenis con raquetazos de oro. El balear mordió por séptima vez en ocho años la Copa de los Mosqueteros tras vencer en la final de
Roland Garros a Novak Djokovic en cuatro mangas. Un partido que tuvo que suspenderse por la lluvia el domingo y coronó al de Manacor 24 horas después. El Rey de la tierra batida mantiene su reino en el país vecino.
No diga Roland Garros, diga Rafa Nadal. El balear ya es el jugador con más títulos en París después de alzarse con su séptimo cetro tras vencer en la final al serbio Novak Djokovic por un marcador global de 6-4, 6-3, 2-6 y 7-5 tras tres horas y cincuenta minutos de juego en un choque que tuvo que ser disputado en dos días por culpa de la lluvia, que aplazó el partido el domingo para que el español lo finiquitara 24 horas después. Séptimo Roland Garros en su palmarés, donde acumula 50 títulos, 36 de ellos en su superficie predilecta. Una leyenda que se sigue alimentando de grandes gestas, muchas con París como escenario.
Nadal cae al suelo emocionado. Está liberado de presión, henchido de felicidad. Acaba de ganar por séptima vez en París, algo que nunca había conseguido, ante quien había catalogado previamente como el mejor tenista del momento. Pero en tierra batida, la rojiza que a él le gusta, es prácticamente imbatible. Rafa llegó a la final por la vía rápida, sin ceder un sólo set y tras firmar seis victorias a cada cual más impresionante. Pero en la final estaba el que ahora ocupa el número uno del mundo. Comenzó muy fino, marcando el ritmo de la final con una derecha envidiada en el circuito e imprimiendo a la pelota unos efectos que tienen marca registrada. Desconectó a un rival que acabó ensañándose con su raqueta, su silla y su técnico, a quien culpaba de todos sus males. Volvió a conectarse el serbio al partido gracias a la lluvia, pero el juez de silla paró el partido y lo pospuso hasta el día siguiente.
Rafa saltó este lunes al tapete con break en contra, pero no tardó en equilibrar el luminoso y dar un golpe de autoridad en la pista. Ni la lluvia, que de nuevo hizo amago de jugar una mala pasada, privó al balear de imponer su ley en la pista. De nuevo con la derecha, de nuevo agresivo, de nuevo centrado, de nuevo él. Presionó tanto a Djokovic, que éste acabó cediendo el match point con una doble falta. El objetivo estaba cumplido, era hora de celebrar. Después de tumbarse en el piso de la Philippe Chatrier y mirar al cielo de París, Rafa no dudó en saltarse el protocolo, saltar a la grada y abrazarse a los suyos. Todos son importantes para él, todos han colaborado en este éxito.