por Ezequiel Fernández Moores en el diario tucumano La Gaceta:
Clubes SA, un deseo prohibido
Juan Carlos Pugliese era el ministro de Economía de Raúl Alfonsín. En 1989, resignado ante una corrida bancaria, lanzó una frase célebre: “les hablé con el corazón y me contestaron con el bolsillo”. “Bueno -dice ahora Luis Tarrío Gómez, vicepresidente del club Español- yo podría decir que, cuando hablo con los socios del club, me sucede lo mismo que a Pugliese, pero al revés: ‘les hablo con el bolsillo y me contestan con el corazón’”. Estallaron las risas, pero Tarrío, en rigor, graficaba así la crisis que viven los clubes del Ascenso del fútbol argentino. Sobra pasión. Pero falta dinero.
Tarrío contaba la anécdota el último miércoles por la noche en Boedo. El panel especulaba sobre la posibilidad de un nuevo avance del gobierno de Mauricio Macri para que los clubes se conviertan en Sociedades Anónimas. Tarrío fue uno de los 200 socios que el 20 de junio de 1993 resistió la oferta de U$S 15 millones que hizo Macri para comprar a Español y llevarlo a Mar del Plata. Macri ni siquiera era todavía presidente de Boca. Ahora es presidente del país. Ya impulsó el fin del Fútbol Para Todos (FPT). Volverá la TV de pago el próximo campeonato. Todos saben que, apenas lo marquen los tiempos, insistirá en su proyecto de Clubes SA.
Es cierto, allí están Atlético y Godoy Cruz. Simbolizan el avance de clubes ya no sólo en el torneo local, sino también en la Copa Libertadores. Ganando espacios que, antes, parecían ser patrimonio de los más grandes. Pero en el ascenso, sabemos, la crisis es galopante. Se juegan menos fechas, no hay hinchas visitantes, las barras no pagan entrada y la policía cobra cada vez más. La crisis quedó expuesta no sólo en el debate de Boedo. Un día antes, se decía algo parecido en la Feria Internacional del Libro. Rodrigo Daskal y Verónica Moreira presentaban su libro “Clubes Argentinos. Debates sobre un modelo”. José Garriga, uno de los expositores, destacaba que el debate tenía realmente una particularidad: el modelo de clubes argentinos, decía Garriga, no existe casi en ningún otro lugar del mundo.
“¿Cómo ir contra una tradición centenaria? ¿Cómo cambiar la identidad de los clubes de fútbol basada en la idea de que los dueños de las instituciones son los socios?”. Se lo preguntan Daskal y Rodríguez en un tramo de su libro. Contra esa tradición quiere ir el gobierno nacional. Su argumento es que el país eligió un cambio radical. No hicieron lo mismo, sin embargo, los socios. Los que han sido consultados por sus clubes han respondido de modo categórico que no. Igual que lo hicieron los socios de Español cuando en 1993 Macri ofreció llevarse su club a Mar del Plata.
La tele de cable volverá a mostrarnos esta semana el formidable espectáculo de la Champions. No hay crónicas, sin embargo, que nos cuenten qué está pasando con los clubes del ascenso de la Europa más rica. El miércoles pasado, la Federación Italiana quitó puntos que condenaron al descenso a Latina. El club caerá de Serie B a Liga Pro (Tercera división) porque no cumple sus deudas. Los jugadores de Mantova no cobran desde diciembre. Y a los de Taranto, ya descendido a Serie D, una veintena de hinchas encapuchados los golpeó en plena práctica. En España, la Segunda B (Tercera) tiene a sus clubes expuestos a “aventureros de fortuna. Carne de cañón para profesionales de los tongos”. Lo escribió el periodista Alfredo Relaño en el diario AS luego de descubrirse que el club Eldense estaba en manos de mafiosos italianos que vendían partidos combinados con apostadores ilegales. De todo esto, claro, no se habla.
Los clubes SA era uno de los objetivos que había pedido Macri a la Comisión Normalizadora que lideró Armando Pérez en la AFA. “Uno de los miembros de la Comisión -me cuenta un dirigente del ascenso- me dijo directamente que los clubes como los nuestros tenían que desaparecer. Así, sin eufemismos”. Armando Pérez no hizo caso a todos los reclamos que llegaban desde la Casa Rosada. Su desgaste, tiempos políticos que se le complicaron al gobierno y la aceptación de que el nuevo presidente elegido por los clubes era Claudio “Chiqui” Tapia, llevó a frenar el proyecto de las SA.
Pero, tal como van las cosas, todo permite sospechar que los clubes menos poderosos agravarán sus problemas económicos. Y que, consecuencia inevitable, la tentación a aceptar dineros de particulares será cada vez mayor. “No nos lo plantearán como una obligación, sino como algo opcional. Y será para que se hagan cargo sólo del fútbol, no del resto del club”, me dice una fuente. La fuente sabe que acaso algunos cederán. Y que eso podría ser el inicio.
La AFA anunció como nuevo director ejecutivo a Gerardo León. Era jefe de Gabinete del Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom). Mucho antes, León fue director de fútbol del Exxel Group. Es el grupo que controló a Quilmes, hasta que se retiró en 2001, furioso porque la AFA incumplía sus reglamentos que exigían penar a los clubes deudores. Quilmes y la AFA, sabemos, han tenido y tienen sus problemas, es cierto. Los del Exxel Group y su CEO principal, Juan Navarro, son algo más graves. Están al alcance de todos en la web. Y están ante todo en los juzgados donde fueron denunciadas millonarias estafas.