Escribe a golesdemedianoche.com nuestro colega Juan Manuel Del Valle, con pedido de publicación, sobre la realidad de la Selección Boliviana de Futbol.

Aqui  su “columna”

En ocho meses y 10 días, Julio César Baldivieso utilizó el arte de la impostura para cobrar un sueldo como entrenador de la Selección Nacional. “La nueva era del fútbol boliviano” como el propio ex futbolista la definió tuvo un saldo de un partido ganado y 10 perdidos.

Desde septiembre de 2015 hasta el 14 de junio de este año, Baldivieso engendró un cuerpo sin alma. Un híbrido carente de mística y de un patrón de juego.  ¿Esta era la nueva mística que quería para el fútbol nacional? Jugadores sin espíritu, sin ideas en la cancha, desordenados y condenados a la voluntad de los rivales.

El único partido ganado por la Verde fue de local contra el seleccionado alternativo de Venezuela (4-2) en el cual hubo horrores defensivos. Inaceptables en el alto nivel internacional. Recordemos que Venezuela preservó a sus mejores hombres para enfrentar días después como local a Ecuador, ante quien cayó por 3 a 1.

Quejumbroso y prolífico para las excusas argumentó que no tenía tiempo para trabajar. “Soy director técnico, no soy mago” se justificaba en una típica apertura de paraguas ante una derrota que estaba en puerta. Durante la copa América Centenario tuvo tiempo para trabajar y corregir falencias del equipo. Jamás afirmó la defensa al cambiar hombres espasmódicamente. También realizó variantes en la mitad. No estableció una columna vertebral para consolidar un onceno.

Miente al decir con descaro que “en seis días se hicieron más cosas que en años”. En los días previos a la Copa, la Selección perdió un día de trabajo cuando visitó al gerenciador de Bolívar, Marcelo Claure. ¡Claro! Claure tiene dinero. Mejor iremos a su mansión, pareció decir el DT de Bolivia.

El mismo que en Córdoba, antes de enfrentar a Argentina por las Eliminatorias, concibió como “lógico que Argentina nos golee” Esa roca sobre sus dirigidos fue lo que arrojó como su gran receta para “volver a ilusionar a los jugadores que se conforman con perder”.

Sin embargo es necesario recordar. El ciclo Baldivieso comenzó mal en Houston. Al término de la  derrota frente a Argentina por 7 a 0, Julio César Baldivieso recriminó a los futbolistas Ronald Raldes y Marcelo Martins por reírse en el vestuario. Antes del comienzo de la todavía en disputa copa América Centenario, el entrenador se reía mientras hablaba con su colaborador Marcelo Torrico. Fue durante la paliza que nos dio Estados Unidos al ganarnos 4 a 0.

“Fue decepcionante ver que se pedía cambiar poleras tras perder 7-0. Antes yo lloraba en el vestuario”, se quejó refiriéndose a hombres que dirigió en su traumático debut, el cuatro de septiembre pasado. Pero no dijo nada cuando su ayudante de campo Víctor Barrientos corrió detrás de Lionel Messi para sacarse una foto, luego de la eliminación boliviana en Seattle, también ante la Albiceleste. ¿Le tendrá miedo al vozarrón de Barrientos. También Barrientos es responsable de este desastre. Habla de renovación y  trabajos serios pero para ganar algunos dólares aceptó integrar el decadente círculo de Baldivieso.

Su desconocimiento del fútbol internacional es  alarmante. Quedó expuesto al ridículo cuando dijo que no conocía a ningún entrenador que haya anulado a Messi. Falacia. Gustavo Quinteros en el mismo Seleccionado, José Mourinho en Inter de Milán, Jorge Sampaoli cuando orientaba a Chile lo consiguieron. Incapacidad irrebatible.

Pero el principal responsable de su nombramiento fue Marco Antonio Ortega, en su rol de presidente interino de la Federación Boliviana de Fútbol. Ortega, junto con una impresentable comisión de Selecciones lo eligieron a sabiendas de su perfil conflictivo y sus desconocimientos para conducir equipos. Conscientes de su mala relación con los futbolistas. Eligieron al hombre equivocado. Al responsable de hacer debutar a su hijo Mauricio con 12 años, mientras dirigía a Aurora. Decisión precipitada en la que no tuvo cuidado por un niño ni fue protector de su propio hijo, arriesgando su vida al incorporarlo en una competencia de hombres.

Así pasó una etapa frustrante para nuestro fútbol. Un fracaso estrepitoso de quien se proclamó “un emblema nacional” y “un símbolo cochabambino”. Presuntuosidad que no sirvió para nada. Desaprovechó la oportunidad que reclamaba a gritos. Cuando despotricaba contra su ex compañero de Selección Gustavo Quinteros, en su momento al mando del seleccionado, al que discriminaba enfatizando que era “un argentino invitado al país”.

“Le tienen que pedir disculpas al país” sentenció sobre Raldes y Martins. Julio César Baldivieso ¿pedirá disculpas por habernos engañado? ¿Pedirá disculpas por su mala campaña? Tal vez se excuse nuevamente. Poniéndose otra vez en víctima, papel patético que mal interpreta continuamente.