Por Walter Vargas, en su face:
Como en general lo que pienso y siento del partido se ajusta poco a lo que he escuchado y leído hasta aquí, de momento me quedo con mi propia lupa, con mi propia subjetividad y con los eventuales yerros.
-Entre otras cosas, jugar bien al fútbol conlleva aprovechar tu potencial y ser mejor que el rival. Argentina no consumó ninguna de esas cosas.
-Chile, de materia prima sensiblemente inferior, jugó al límite de lo que puede y en algunos casos específicos, incluso más. A la mayoría de sus jugadores y al equipo en sí se les notó más que querían llevarse la Copa.
-No encuentro que Argentina haya jugado de contraataque. Ojalá hubiera jugado de contraataque. Ni siquiera eso.
-Argentina jugó a vaya saberse qué. Tal vez Martino pueda explicarlo.
-Fue una final de un torneo de fútbol, ergo, jamás se me ocurriría pedir el destierro de Martino, que Higuaín se quede a vivir en Nápoles y que a partir de ahora Messi defienda la camiseta de Catanluya. Etcétera.
-Pero tampoco analizaré una final con la misma lejanía técnica que un partido por la Copa de Oro de Mar del Plata.
-A la Selección le faltó claridad conceptual, le faltó determinación, le faltó juego, le faltó fuego, le faltó ángel.
-Le faltó jerarquía. Y le faltó, qué pena, rebeldía.
-Messi es un fenómeno, lo digo sin ironías. El mejor jugador del planeta y uno de los cinco mejores que he visto. Y no es el único responsable de lo de hoy. Pero de él esperaba más que esa mezcla de fastidio, enojo y resignación con la que encaró el último tramo del partido. Me da pena. También por él. A estas horas no me gustaría estar ni en su cabeza, ni en su piel, ni en su corazón.
-Esta generación, como la anterior, ha dejado pasar una oportunidad de oro. Otra.
Habrá que analizar en detalle el por qué de esta constante.
-(No jodamos: no es lo mismo jugar de igual a igual una final del mundo con Alemania que patear tres veces al arco en una final con Chile).