El diario Marca de España, habla de “Campanada” para referirse al 4 a 2 del Milan italiano frente al Real Madrid, flamante campéón Mundial de Clubes.
Campanada en Dubai. La dio el Milan, un grande venido a menos, ante el Madrid, que estrenaba en Oriente la escarapela de campeón del mundo. Los italianos se la borraron en un partido en el que penalizaron la falta de tensión de los blancos, que parecieron estar aún de vacaciones en lugar de dirimiendo un partido que, pese a todo, les enfrenta con el equipo que les sigue en el palmarés de la Copa de Europa.
El Madrid cerró su mejor año con su peor partido. No es cuestión de dramatizar, pero nunca es plato de buen gusto caer ante el Milan, segundo en la línea sucesoria de la realeza europea y fantasma familiar de los blancos desde aquel famoso 5-0, con Ancelotti en las filas milanistas y Sacchi en el banquillo de San Siro, en la Copa de Europa de 1989.
Ciertamente, si el Madrid podía elegir un día para pegar el petardazo, el partido de Dubai era perfecto. Sin nada en juego, salvo el prestigio, lo que, en el caso de Madrid y Milan, son palabras mayores. Desde aquel famoso 5-0, los madrileños habían logrado algunas victorias balsámicas. La derrota de Dubai es una inyección de autoestima para un Milan para el que cualquier tiempo pasado fue mejor. Cuesta creer que hace sólo siete años (con Ancelotti, de nuevo), fuera campeón de Europa de la mano de un tal Kaká, quizá les suene.
El Marid no compareció en The Sevens Stadium. Estuvo en Dubai, sí, atendiendo compromisos comerciales, pero a la hora del fútbol hizo mutis. Ancelotti ya lo dijo. “No voy a matar a mis jugadores”. Sus jugadores respondieron al pie de la letra. No hubo ni un atisbo de tensión defensiva en un equipo que regaló dos goles y que permitió que El Shaarawy recordara al futbolista sobre el que, hace apenas un par de temporadas, el Milan pensó en reconstruir su imperio. El tiempo ha demostrado que la tarea se antoja faraónica para el jugador de origen egipcio, pero ante el Madrid se dio el gustazo de recuperar su versión ‘killer’.
El Madrid, con sólo dos titulares en su once (Isco y Cristiano, al que Diego López regaló gentilmente su gol), apenas fue reconocible durante unos minutos del segundo tiempo, después del 3-1. Ancelotti sacó a la primera unidad (Kroos, James, Benzema, Bale…) y el Madrid tuvo un amago de reacción. Fue apenas un acto reflejo. El 4-1 recordó a los blancos lo bien que se está de vacaciones, pero la derrota es un aviso a navegantes: todos quieren tumbar a los blancos, que dieron una fea bienvenida a la escarapela de campeón de mundo. En cualquier caso, era un partido que se podía perder. El único. Porque 2015 no llegará con amistosos, precisamente.
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