Por la Agencia EFE
Adiós, maestro
Enrique Escande, maestro de periodistas.
Quique Escande, periodista, escritor y docente, murió a los 62 años producto de un paro cardíaco. San Lorenzo lo despidió con un comunicado oficial.
Se fue Enrique Escande, y es noticia. Bien escrita, o lo mejor posible, con cabeza informativa y respetando la pirámide invertida como hizo a lo largo de sus 30 años de oficio en
la agencia de noticias EFE. Su corazón, futbolero hasta el último día, venía dañado y este sábado 6 de julio dijo basta a los 62 años.
Quique, como lo llamaban compañeros y alumnos de DeporTEA, sus hijos de la vida, desde la década del 70 para acá cubrió cuanto Mundial y Juego Olímpico se le cruzó por el camino y así cosechó las miles de historias con la que solía regar los asados que él mismo preparaba con dedicación, contadas con eximio dominio del idioma, su voz grave, un cigarrillo a mano y un vaso de buen vino.
Escande también escribió libros con los que buscó dejar algún legado y trasvasar historias. Entre ellos figura “Nolo, el fútbol de la cabeza a los pies”, sobre la vida del delantero y goleador Manuel Nolo Ferreira, de la selección y, sobre todo, de su Trenque Lauquen natal; “La Viruta del Fútbol”; y “Memorias del Nuevo Gasómetro”, que le valió la distinción de San Lorenzo con el Premio Osvaldo Soriano, y que inmediatamente este sábado lo despidió con un comunicado oficial. Como se despide a los jugadores ilustres.
El cable de despedida de la agencia EFE
Hasta siempre, maestro
Jesús Manso
Madrid, 6 jul (EFE).- El argentino Enrique “Coné” ESCANDE, uno de los grandes periodistas deportivos latinoamericanos, falleció hoy en su querido Buenos Aires donde había nacido hace 62 años. Hasta siempre, maestro.
Esa sería la aséptica noticia de una agencia de prensa como EFE en la que Quique trabajó durante más de treinta años y en la que dejó su saber y maestría y también, por qué no, parte de su vida.
Sería fácil resumir su trayectoria profesional mencionando la ingente cantidad de coberturas internacionales, en las que siempre puso una nota de distinción que dio prestigio a la empresa para la que trabajaba.
Maestro de periodistas deportivos, no en vano fue director de la escuela de periodismo Deportea, en la capital argentina, Quique, muy conocido en toda Latinoamérica sobre todo por sus impecables crónicas de fútbol, se ganó a pulso su apelativo de “Coné”.
Más de una vez me contó el motivo del apelativo. “No me quedaba mas remedio que aclarar que mi apellido empezaba con é y de tanto repetirlo en hoteles y oficinas de acreditación los “malvados” compañeros me comenzaron a llamar así y en Chile creyeron que era otro de mis apellidos”.
Compañero de mil batallas y de noches solitarias al otro lado del teletipo nos conocimos en persona en los Juegos Olímpicos de Seúl. Entré en la oficina y allá estaba él. Nos miramos, no nos dijimos nada, pero el acto siguiente fue un fraternal abrazo. Después de años de amistad “por el hilo” nos habíamos conocido en persona.
Desde entonces y hasta este día en el que tengo que escribir de él en pasado la amistad perduró sin altibajos. Una amistad que logramos hacer extensiva a nuestras respectivas familias.
Autor de algunas de las mejores crónicas de unas cuantas finales de Campeonatos Mundiales de Fútbol, Quique fue también un prolífico escritor que dejó obras tan sentidas como “Nolo. El fútbol de la cabeza a los pies”, en la que el gran protagonista era el ex delantero de la selección argentina de fútbol Manuel “Nolo” Ferreira, nacido en la localidad argentina de Trenque Lauquen, a la que tan entrañablemente unido estaba el hoy fallecido.
Su última aportación informativa fue una nota sobre el delantero Carlos Tevez titulada así: “La selección argentina está bien sin mi y yo también sin ella”. Eran las 22.30 GMT del viernes. Previamente se había hecho eco de la alegría de Buenos Aires por albergar los Juegos de la Juventud de 2018, así como del deseo de Julio Grondona, presidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), quien quería que el Mundial 2030 se dispute en su país y Uruguay.
Admirador y amigo de personajes entrañables como el inolvidable uruguayo Diego Lucero, una de las figuras señeras de la información sobre fútbol en América, fue fiel siempre a los que le rodearon y más de una vez ello le supuso quebraderos de cabeza.
Son legión los que admiraron sus escritos y de ello fue fiel reflejo ese “monstruo” que él no tuvo entre sus preferencias, el twitter, donde infinidad de personas hicieron constar su pesadumbre por su marcha. Paradojas de la vida este medio fue el que puso en alerta a sus amigos sobre su repentina muerte.
Quique, con raíces europeas como muchos de sus compatriotas, tenía la intención de volar una vez más al Viejo Continente y pese a las opiniones en contra de su esposa, Celia, quien le recordaba que ya habían visitado en muchas ocasiones España, el viejo ESCANDE dispuso que en octubre tenían que visitar de nuevo a los amigos españoles y de hecho ayer mismo había comprado los pasajes.
Nunca pensé a lo largo de mi carrera que tendría que escribir un perfil, en el que por exigencias del guión tuve que estar comedido, para rendir homenaje a un amigo, a un compañero, aquel, que en Lima, en 1990, durante unos Juegos Sudamericanos me arropó con su abrazo mientras me decía: “Tu madre ha muerto”. EFE