Novak Djokovic se proclamó campeón del torneo de Montecarlo después de doblegar en dos mangas a Rafa Nadal, campeón de las ocho ediciones previas. El serbio, número uno del mundo, se convierte en el primer tenista en ganar ocho Masters 1.000 diferentes y
amenaza la hegemonía del español en Roland Garros, su gran reto.
Hacía 313 días que no se veían las caras Novak Djokovic y Rafa Nadal. En aquella final de Roland Garros, disputada un lunes por culpa de la lluvia, el español salió reforzado en su condición de rey de la tierra batida y entró en la historia al conquistar su séptimo entorchado en el coliseo parisino. Una temporada después, la situación se torna diametralmente opuesta. No sólo porque el serbio se ha tomado cumplida revancha en Montecarlo, donde Rafa había reinado en los últimos ocho años, tras vencer al español por un marcador de 6-2 y 7-6(1) tras una hora y cincuenta y dos minutos de juego, sino porque el balcánico se ha convencido de que su rival es batible por mucho que el escenario sea rojizo y de tierra batida.
La Pista Central del Montecarlo Country Club firmó un lleno absoluto, si bien en las gradas los ánimos se repartían entre dos de los mejores jugadores del momento. La final soñada por muchos viendo el cartel que ofrecía el torneo a principios de semana. La inicio de la finalísima tuvo que retrasarse por culpa de la lluvia, que obligó a echar el telón al escenario y a meterse a los gladiadores al coso. Cuando amainó y asomó el sol en el Principado, el espectáculo no defraudó a nadie.
EN DIRECTO
Así vivimos la final entre Novak Djokovic y Rafa Nadal
Djokovic, de cuyos dolores en el tobillo derecho nada se supo, se mostró como una apisonadora. El número uno del mundo tiró de galones y de un juego mucho más ofensivo que el de su rival para ir sumando puntos, juegos y sensaciones. Buscó y encontró las líneas a la par que desmontaba la siempre asentada cabeza de Nadal, sombra de sí mismo. Nole llegó incluso a tener cinco bolas para endosar un rosco a Rafa, algo que en tierra batida queda limitado a hombres como Guillermo Coria o Roger Federer. Las desaprovechó y a punto estuvo de complicarse la vida, si bien acabó cerrando el primer acto con un nuevo regalo del manacorí a modo de doble falta.
Nadal remó pero no llegó a la orilla
Nadal intentó resetarse. Acordarse de los 46 triunfos seguidos -récord en la Era Open- que había firmado en Montecarlo. Se movió mejor en el fondo de pista, entró dentro a golpear la pelota y dejó ver una derecha demoledora hasta entonces desaparecida. Rafa consiguió tomar ventaja en el luminoso hasta en dos ocasiones, llegando incluso a sacar (6-5) para forzar el tercer y definitivo set. Pero Djokovic nunca tiró la toalla y ese esfuerzo tuvo premio. El pupilo de Marian Vadja, como si fuera el momento de quitarse una espinita clava en el pasado, sabía que con la gasolina que tenía en el depósito abocarse al tercer acto era tirarse por un precipicio. Así que apretó los dientes, se jugó restos ganadores para fozar la muerte súbita y llevó la batuta en un tie-break que no tuvo color.
El de Montecarlo es el tercer título de la temporada para Djokovic -tras el Open de Australia y Dubai-, el 37º de su carrera y el 14º de Masters 1.000 de su carrera. El serbio es el primer hombre que logra ganar en ocho paradas diferentes de los antaño denominados Tennis Masters Series (Indian Wells -2-, Miami -3-, Montecarlo -1-, Roma -2-, madrid -1-, Canadá -3-, Shanghai -1- y París -1-), siendo el de Cincinnati el único que le queda por conquistar.