Bajo el título FÚTBOL NEGRO la Revista XXIIIublicô el siguiente artículo:
Las situaciones vinculadas con la Justicia siguen su marcha. No hay muchos cambios, pero a medida que pasan los días se suman nuevos actores al mundo de la ley y que son verdaderos protagonistas del planeta de la pelota. Esta vez le tocó al árbitro Pablo Lunatti, quien fuera denunciado por la AFIP, hace unos días, por
presunta evasión impositiva, ya que el organismo oficial considera que su nivel de vida no condice con sus ingresos declarados. Por eso, desde el despacho de asuntos legales que comanda el funcionarío Ricardo Echegaray se le avisó a la AFA que había realizado una denuncia contra el juez. Por este motivo, parece, el polémico colegiado no fue nominado para dirigir el fin de Semana Santa. Desde la entidad dijeron que sólo se trató de una rotación y que esta vez no había problemas para que dentro de una semana volviera el hombre a salir de negro a una cancha.

La situación tendrá que ser aclarada por Lunatti, quien ya se presentó ante la AFIP junto a su abogado defensor, Daniel Llermanos, con la finalidad de lograr cumplir con sus deberes. Pero lo que sucedió con este profesional fue que cayó en la mirada de varias personas vinculadas al fútbol. Lunatti había tenido un entredicho radial con el titular del Colegio de Árbitros de la AFA, Francisco Lamolina. La disputa verbal se dio debido a que Lunatti se retira del arbitraje en junio próximo y es uno de los candidatos a ocupar el puesto de Lamolina. La importancia de ese lugar es que desde allí se designan a los jueces que salen a dirigir en los encuentros de los torneos nacionales.

Más allá de estas cuestiones domésticas de los hombres que deben impartir justicia adentro de los campos de juego, siempre hay sospechas de algo más. Este mundo profesional y que cada vez cotiza mejor entre los negocios rentables, es una usina de comentarios y de sospechas, de partidos arreglados, de jugadores que no dejan todo lo que tienen que dejar en el césped y demás cuestiones que dejan dudas.

El 20 de diciembre de 1992, cuando aún cada triunfo valía dos puntos, Boca se encontraba primero en la tabla de posiciones y jugaba el último cotejo del certamen ante San Martín de Tucumán. Le llevaba dos unidades a River, su escolta. El conjunto porteño perdía 1 a 0 y de pronto empató con un gol increíble y que despertó innumerables comentarios. La igualdad en el marcador le abrió al conjunto xeneize la posibilidad de obtener el título tras once años de sequía. El autor fue el mediocampista Claudio Benetti, quien a los pocos días fue transferido por el club. Una conquista llamativa. Pero no fue la única vez que se vio un partido bajo un manto sospechoso. Quizás otro llamativo fue aquel que protagonizaran, en Liniers, Vélez y Huracán. Fue el 5 de julio de 2009, cuando se definía quién de los dos se quedaba con el trofeo del certamen Clausura de ese año. El árbitro era Gabriel Brazenas, quien no tuvo una tarde feliz con el silbato en su poder. Ese día Eduardo Domínguez, con la camiseta del Globo, marcó un gol que el juez anuló sin ningún motivo aparente. Luego de esa jugada, Vélez, mediante Maximiliano Moralez, marcó el único tanto del cotejo. El gol llegó luego de una notable infracción del delantero del conjunto local, Joaquín Larrivey, al arquero Monzón. Fue un foul sin ningún reparo, aunque para el árbitro no sucedió nada. Con esa victoria, Vélez superó a Huracán en la tabla de posiciones y se adjudicó el certamen. Tras ese partido, el juez Brazenas no volvió a salir a una cancha y debió mudarse de su casa de Lanús debido a la cantidad de llamados que lo amenazaban de muerte. El entrenador de Huracán era Ángel Cappa y todos los días en su blog, durante casi un año, escribió: “No se olviden de Brazenas”.

Otro caso que sorprendió fue aquel encuentro de 2007 que disputaron San Martín de San Juan y Huracán, que tuvo como árbitro al ex sargento del ejército Daniel Giménez. A raíz de ese cotejo y de manera también sorprendente, el suboficial de la fuerza dejó colgado el silbato en el vestuario y nunca más se vistió de negro. Fue el 16 de junio de ese año. Se definía el ascenso directo a la primera división. En el choque de ida, Huracán ganó por 1 a 0, y en la vuelta, precisamente en San Juan, el equipo local venció por 3 a 1 y la diferencia de gol le aportó el pasaporte a la gloria a los sanjuaninos. Lo llamativo es que el tercer tanto llegó a los 53 minutos del segundo tiempo y, tras marcar, Giménez decretó el final del juego. Hoy, el ex árbitro vive en Misiones.

Quizás el momento más cercano en el territorio de las sospechas se encuentre la caída de River a la segunda división del fútbol local. La pérdida de la categoría para los millonarios sucedió cuando debió resolver en esa instancia frente a Belgrano de Córdoba, en julio de 2011. El responsable de dirigir adentro de la cancha era Sergio Pezzotta, quien, según denunció, recibió algunas amenazas en el vestuario del Monumental en el entretiempo del partido, que finalizó 1 a 1. En la ida, los cordobeses habían ganado por 2 a 0. Sin embargo, las decisiones del juez no fueron del todo acertadas para muchos simpatizantes del club de Núñez, pero para otros tampoco anduvo derecho ese día.

En mayo de 2011, Javier Ruiz, un árbitro que dirigía encuentros del Argentino “A” y del ascenso, denunció que había varios “partidos arreglados”. Si bien dijo tener pruebas, la Justicia las desestimó. Ruiz llegó a ser citado por la Comisión de Deportes de la Cámara de Diputados de la Nación, aunque no pasó a mayores. Eso sí, el juez ya no se viste de negro. Se retiró.

La situación de los árbitros y la de los equipos de fútbol hoy están en la mira de varios funcionarios. Lo que sucedió hace uno días con Lunatti quizás abre un poco el panorama de lo que sucede en el amplio mundo de este deporte. La AFIP le pidió a la AFA que le envíe toda la documentación necesaria para determinar cuánto dinero le paga al juez que está por dejar el arbitraje. Pero en pocos días puede haber más novedades.

A estas cuestiones hay que sumarles, por ejemplo, el escándalo de la denominada causa de los “pasaportes truchos”, que lleva adelante el juez Norberto Oyarbide. Es una causa por la cual se investiga si hubo fraude con la confección de pasaportes comunitarios para que los futbolistas pudieran viajar a Europa y no ocupar una vacante en un plantel como extracomunitario. Y también la investigación que lleva adelante el juez Javier López Biscayart, quien a solicitud de la AFIP trata de saber si existe triangulación y por consiguiente una supuesta evasión impositiva en la transferencia de jugadores en el fútbol doméstico.

Así está la pelota hoy en la Argentina. Mucha pasión, mucho color, esperanzas para ir al Mundial de Brasil, pero también algunos puntos oscuros que algunos intentan aclarar y otros prefieren dejar en el olvido. Mientras tanto, los planteles de los equipos se preparan para salir a la cancha. Una nueva fecha está por jugarse. Pero no es sólo una cuestión deportiva. Hay más que eso. Mucho más.
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Opinión

Transparencia se busca
Por Diego Fucks

A diferencia del fútbol italiano, por ejemplo, el fútbol argentino da a entender que “algo” pasó. En Italia, Juventus fue al descenso y se le quitó un título de campeón porque se descubrió que se habían comprado partidos y algunos jugadores habían participado en apuestas. Acá no.

Acá suponemos que el sargento Daniel Giménez se fue del arbitraje porque su actuación en la definición de uno de los ascensos de la B Nacional el 16 de junio de 2007 fue escandalosa, sospechosa. Después de esa noche nefasta, no dirigió nunca más. Dio un tiro libre por una falta inexistente, una prolongación de tiempo exagerada y, recién ahí, San Martín de San Juan pudo ganarle a Huracán. Fue la última vez que Giménez pisó una cancha de fútbol como árbitro. Cuando uno cena o toma café con “gente vinculada”, puede semblantear que “algo pasó” con Giménez. “Algo” sería un hecho de corrupción, en este caso. Desde la AFA jamás se dijo nada. Sólo separó a Giménez de los registros. En 2011, el sargento le dijo al diario La Nación: “Me echó José Luis Meiszner porque me odia”. Los colegas de Giménez, en cambio, dicen otra cosa. Huracán fue protagonista del último partido de un árbitro. Gabriel Vito Brazenas dirigió el partido decisivo del Clausura 2009 entre Vélez y Huracán. Ganó Vélez. Huracán se quejó mucho del arbitraje. No fue escandaloso como el de Giménez, pero las versiones sobre la cantidad que cobró y los bienes que adquirió todavía tienen las más diversas versiones. Brazenas fue congelado una temporada (“No pasó la prueba física”, decían) y después fue dado de baja. Las repercusiones incluyeron el despido del empleo particular que tenía Brazenas y que las amenazas telefónicas de muerte fueran parte de su sonido cotidiano. Ángel Cappa, en su blog, escribía todos los días “NO SE OLVIDEN DE BRAZENAS”. Los antecedentes no avalan a la AFA en materia de transparencia en estos temas, pero lo de Pablo Lunati es diferente. Es el Estado quien pone dinero en el fútbol y es lógico que el ente recaudador vaya a preguntarle a Lunati por su economía próspera, si es que no le dan las cuentas entre ingresos y bienes. Todo el fútbol está teñido por una violencia y una intolerancia insoportables. Tiene que haber una diafanidad absoluta. Y Lunati es uno de los principales jueces de este fútbol violento e intolerante. Por más que Lunati pueda demostrarlo y salga indemne, es un atisbo de seriedad en un medio que nunca lo tuvo. No se dice acá que Lunati sea corrupto. Se dice acá que al Estado no le dieron las cuentas y fue a preguntar, como hace con todos. Y no es un mérito de la AFIP. Es una obligación.