Fuente: El País, de España

La última vez que Estados Unidos y Cuba jugaron un amistoso fue en 1947, antes de Fidel Castro y de la Revolución, antes de John F. Kennedy y la crisis de los misiles. Ambas selecciones ya se habían visto las caras en la isla en un encuentro clasificatorio para la Copa del Mundo de 2010, que terminó 1-0 a favor de los norteamericanos. El juego de este viernes será diferente. El proceso de normalización de las relaciones diplomáticas que se ha fraguado desde diciembre de 2014 cambia el clima de más de medio siglo de animadversión, pero trae al Estadio Pedro Marrero de La Habana un partido cargado de un fuerte simbolismo político.

“Estamos felices por competir en Cuba, es una oportunidad única para nuestro equipo”, dijo el técnico de los estadounidenses, Jürgen Klinsmann. El entrenador alemán tiene la mira puesta en el primer partido del hexagonal contra México del próximo 11 de noviembre en Columbus (Ohio). Entre sus 23 seleccionados, convocó a tres jugadores que militan en la Liga mexicana: el portero del León William Yarbrough, el defensa del Pachuca Omar González y el mediocampista de los Xolos de Tijuana Paul Arriola. Estados Unidos también tendrá un partido amistoso contra Nueva Zelanda, cuatro días después de que la selección mexicana se mida contra ese rival. “Lo más importante detrás de estos juegos es estar listos para México y Costa Rica, y estos encuentros de preparación permitirán que los jugadores se muestren individualmente”, agregó Klinsmann.

El capitán de la selección estadounidense, Michael Bradley, dijo que el partido contra los cubanos era “especial” y afirmó que será clave para el equipo, que se encuentra en transición después del retiro internacional de figuras como los delanteros Clint Dempsey y Landon Donovan. “Tendremos una semana y media para trabajar juntos, después regresaremos a nuestros clubes y volveremos en noviembre para darlo todo en la ronda de clasificación”, aseguró Bradley.

Cuba, que no cuenta con una tradición futbolística muy arraigada ni con un campeonato profesional, buscará mejorar el resultado obtenido el año pasado en el último encuentro entre ambos, una derrota por 6-0 en los cuartos de final de la Copa Oro. El estratega cubano, Idalberto Raúl Mederos, destacó la calidad y la experiencia en las ligas europeas de los jugadores del equipo rival, y adelantó que intentarán competir de igual a igual, aunque admite que un buen resultado será un empate o no perder por goleada. “Esperamos hacer un gran partido y que la afición cubana salga satisfecha con la entrega sobre la grama de nuestros jugadores”, dijo Mederos al diario oficial Granma.

El saldo entre ambas escuadras en las últimas 10 ocasiones favorece a Estados Unidos, que ha ganado nueve veces y ha concedido solo un empate. Tanto Washington como La Habana esperan, sin embargo, que el deporte sea un medio más para acercarse. El presidente estadounidense Barack Obama asistió el 22 de marzo pasado a un partido de béisbol junto a su homólogo cubano, Raúl Castro. En aquel encuentro, los Tampa Bay Rays ganaron 4-1 a los peloteros cubanos. La diplomacia regresará a la cancha este 7 de octubre a las cuatro de la tarde (hora local), en el que será un capítulo diferente del 1-0 a favor de Estados Unidos del 6 de septiembre de 2008 y a la victoria cubana por 5-2 del 20 de julio de 1947.