martes, 18 de septiembre de 2012 (en el diario Los Andes)
– El 17 de setiembre de 2000 no fue un día cualquiera para Jorge Messi y su hijo Lionel. Aquel domingo, hace exactamente 12 años, ambos aterrizaban en Barcelona para probar suerte en el más importante club de fútbol de la ciudad. Atrás habían quedado Newell’s en Rosario y la frustración del pase a River Plate que nunca se concretó.

Pero no iban a ser fáciles los primeros meses en la
ciudad española. Messi, de 13 años y con una estatura de 1,40 metros, había sufrido la decepción de que el “Millo” no se hiciera cargo del tratamiento para su problema de crecimiento. Horacio Gagioli, un socio en Barcelona de la empresa de compraventa de jugadores Marka, había realizado el contacto telefónico para que la joven promesa pudiera probarse en el club catalán.

Antes de partir Messi comenzaba a escribir su nombre en los medios rosarinos. Poco antes del viaje a España, el diario La Capital lo entrevistó y títuló “Un Leprosito que se las trae”. En aquel texto, Messi ya contaba sus sueños de integrar la Selección juvenil, decía que le gustaba el pollo y que quería ser profesor de Educación Física.

De todas formas, la aventura de la familia Messi aún estaba lejos de la fama de hoy. El deporte de aquellos días se concentraba en Sidney 2000 y las hazañas del nadador australiano Ian Thorpe. En fútbol, Juan Román Riquelme y Pablo Aimar manejaban los hilos de Boca y River respectivamente y Marcelo Bielsa comandaba a la Selección Argentina. Además, Alejandro Sabella acompañaba a Daniel Passarella en el seleccionado uruguayo.

Mientras esto ocurría, los Messi se instalaron en el hotel Plaza España y el sábado siguiente presenciaron por primera vez un partido en el Camp Nou. Aquel día, dirigidos por Serra Ferrer, los catalanes derrotaron 3 a 1 a Racing de Santander con dos goles de Patrick Kluivert y uno de Marc Overmars.

Lio no pudo probarse en el Barcelona aquella vez. El director deportivo del club, Carlos Rexach, no se encontraba en la ciudad. Recién en octubre llegó la chance. “Apenas lo ví, entendí que si no le fichábamos, nos arrepentiríamos”, recordó Rexach.

Pero el vínculo entre el club y el jugador demoró en llegar. Y la dilatación impacientó a la familia Messi. Hasta que el 14 de diciembre se gestó una anécdota que se reservó un lugar en los libros de historia.

Aquel día, Rexach, movido por el miedo a perder a Messi, se comprometió ante Gagioli, representante del jugador, de una manera particular: firmó una suerte de contrato en la servilleta del restaurante del Club de Tenis Pompeya, en donde se realizaba la reunión. El 8 de enero de 2001, finalmente, Messi se convirtió en jugador del Barcelona. El resto es historia conocida…